Cómo hablamos los dominicanos

Cómo hablamos los dominicanos

Más conservador que innovador, el dominicano habla un español que permite diferenciarlo de los demás, por lo que le confieren una fisonomía propia. Usa unidades léxicas casi olvidadas en otros lugares, como boto (sin filo), bregar (trabajar con afán, ajetrearse), mata (planta de cualquier tipo, yerba, árbol), pela (golpes, paliza) y como el elemento ello como sujeto impersonal: ello no hay arroz.

Dice desapartarse, por apartarse; cocote por cogote; cansao en vez de cansado; y aun emplea formas que trajeron a Santo Domingo miles de esclavos africanos, como cachimbo, fucú, guineo y macuto.

La letra ese tanto la elimina como la coloca donde no le corresponde, aunque la supresión al final de las palabras es ya una práctica común en profesionales, presentadores y productores de televisión, personas cultas.

En el libro Cómo hablamos los dominicanos: Un enfoque sociolingüístico, por el eminente y consagrado escritor e investigador Orlando Alba, publicado con los auspicios de E. León Jimenes, el reputado lingüista destaca el enorme porcentaje de eliminación de la /s/ final en los diversos sectores socioculturales del país (ecuela, por escuela; má por más) aunque, añade, a veces surgen en el habla popular formas ultracorrectas como yos por yo, fisno, en lugar de fino, Aen un intento infructuoso de algunos hablantes por elevar su nivel de corrección delante de personas desconocidas o que consideren pertenecientes a un grupo social más alto que el suyo@.

Sin embargo, Alba reconoce dinamismo en el habla del dominicano por el abandono de formas léxicas envejecidas como chalina (corbata), terina (vasija usada para bañarse la cara y las manos), túnico (vestido de mujer), yico (huraño, arisco) y en la fácil adopción de términos nuevos de diverso origen como bipear (enviar una señal por beeper), celular (teléfono móvil), estrés, figurero (exhibicionismo pretencioso), lonchera (caja o recipiente en el que los niños llevan su merienda a la escuela), matatán (persona que demuestra gran habilidad para algo o que se considera lo máximo en cierto oficio), motoconcho (motocicleta que se utiliza como transporte individual de pasajeros), viejevo (adulto que se comporta o realiza actividades propias de jóvenes). Alba expresa que esta movilidad de léxico se puede ilustrar también con el término Apatilla@ que ha ido cediendo terreno a favor de sandía.

Complejo de inferioridad

Según el estudioso, en el dominicano parece estar presente una especie de complejo de inferioridad lingüística pues considera que su forma de hablar es poco o menos correcta que la de los habitantes de países como Colombia, Costa Rica, España.

AEste sentimiento, que probablemente es un reflejo del pesimismo que las circunstancias históricas, políticas y económicas del país han creado en la mente de los ciudadanos, es mantenido incluso por personas de alto nivel intelectual. La creencia de que lo extranjero es superior a lo nativo se expresa de diversas formas y podría ser una de muchas razones por las que tantos dominicanos, según se revela en una encuesta, preferirían vivir fuera del país@, señala Orlando Alba.

El libro del académico, nativo de Licey, Santiago, y en la actualidad catedrático de Lingüística Hispánica en Brigham Young University, en Provo, UTA, consta de 393 páginas impresas y diseñadas con calidad superior. Analiza el habla del dominicano desde sus orígenes hasta el presente, ejemplarizando sus conceptos con palabras, oraciones, refranes, declaraciones. Concuerda con otros investigadores al asegurar que no solo el español dominicano, sino el de toda la zona del Caribe, tiene sus raíces en la modalidad lingüística andaluza y canaria.

Entonación, nasalización, voces en desuso, supresión de letras, regionalismos y otros fenómenos están explicados con fragmentos de reconocidas personalidades y demostrados por cuadros, barras, esquemas que aportan una idea de las articulaciones que usa el nativo para pronunciar, conversar, abrir, juntar o despegar la boca.

En el habla popular espontánea, sobre todo en las zonas rurales, se conserva el sonido aspirado de la Ahache@, pronunciado como la jota, como jablador, por hablador; jallar, por hallar; jambre por hambre; jaragán, por haragán; jartura, por hartura; jeder, por heder; jembra, por hembra; jierro, por hierro; jinchar, por hinchar; jocico, por hocico; jondo, por hondo; joyo, por hoyo; ajogarse, por ahogarse.

Significa, en otro orden, que el dominicano desaparece la /d/ cuando está situada entre dos vocales y a continuación de la sílaba acentuada, como deo, por dedo; na, por nada; pelao, por pelado o to, por todo. En ciertas palabras, sin embargo, la supresión de la /d/ se ha hecho normal, agrega, como en asopao, caballá, gandío, jalao, melao, perico ripiao, salao… APronunciar la /d/ en esos casos diciendo asopado o melado, por ejemplo, sonaría afectado y ridículo a la mayoría de los dominicanos. Inversamente, en el habla popular dominicana se dan a veces casos de ultracorrecciones en las que se añade la Bd , y resulta cacado (por cacao) y Cibado (por Cibao).

Identifica la desaparición de la d, por otro lado, al final de las palabras como ciudá (ciudad), libertá (libertad), usté (usted), verdá (verdad). Los dominicanos tumban la d, también, cuando pronuncian lao (lado), grao (grado), toa (toda), moa (moda) y la eliminación en casos como manoetrapo, casemadera, matecoco y dulceleche, que deberían ser mano de trapo, casa de madera, mata de coco y dulce de leche.

[b]NO HAY MÁ QUE HABLAR[/b]

Sin duda, una de las características más notables de la pronunciación dominicana, según Orlando Alba, es la elevada frecuencia con que se elimina la /s/ final de sílaba y de palabra, lo que genera formas como ete, por este, o do, en vez de dos. Son frecuentes casos como dede por desde y lune en vez de lunes. Para ilustrar el fenómeno de la desaparición de la /s/ el acucioso lingüista reproduce el fragmento de un chofer de concho de Santo Domingo al expresarle su opinión a un periodista de televisión sobre el aumento del precio de la gasolina anunciado en esos días por el Gobierno:

AEto tá demasiado malo. Mira, eta é la hora que yo no me he desayunao. Etoy dede la sei de la mañana sentado en ete volante aquí, en ete guía, y nada má he picao ciento cincuenta peso. Y ete carro é de ga. )Y tú sabe cuanto se chupa? Ciento treinta peso al día. No hay má que hablar@.

Según se puede observar, significa, Ael hablante ha eliminado las dieciocho /s/ situadas en posición final de sílaba. Los hablantes con educación superior, manifiesta, también eliminan la /s/ pero mucho menos.

Alba expone además la realización aspirada de la /s/, entre los dominicanos, Aque consiste en una especie de soplo de aire que al salir roza el fondo de la boca. Es similar a una jota: lojamigo, en vez de los amigos; laijla, por la isla; medalomijmo, en lugar de me da lo mismo y pone el ejemplo de un comentario de televisión realizado en una entrevista por un reconocido economista y político del país:

ALoj aranceles de loj productoj terminadoj, que van a competir con la industria nacional, que en promedio pagan un treinta o un veinte porciento, lo que pagan un treinta van a ser rebajado a un diez, y lo que pagan un veinte van a ser rebajado a un diez. En cambio, la materia prima que usa la indujtria, que generalmente ejtá gravada con muy poco, con un tre, y con un cinco porciento, va a ser aumentada a un diez. El que pagaba un trej por ciento va a pagar un diej porciento, e decir, le van a triplicar los impuejtoj a la materia prima@.

Empero, Orlando Alba aclara respecto al uso de la /s/, que rebasar los límites puede resultar cursi, aun dentro de la norma culta del país. Consigna que en una encuesta realizada entre universitarios, tres de cada cuatro expresaron que les suena raro y rebuscado un compañero que al hablar pronuncia todas las /s/ finales de sílaba. AAlgunos incluso comentaron que al hablar así, su compañero podría parecer afeminado.

Como hablamos los dominicanos: Un enfoque sociológico, forma parte de la Colección Centenario del Grupo León Jimenes. Fue puesto a circular recientemente en Santiago de los Caballeros.

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