Incorporar arte a la decoración del hogar no es cosa de ahora, sobre todo para los apasionados de la escultura, la pintura, la literatura o la música.
Un elemento artístico muy empleado para la ambientación de interiores son las obras abstractas. Cada día se puede notar cómo este tipo de pintura se utiliza más como recurso decorativo.
Además de ser llamativas por sí solas, las creaciones abstractas embellecen, aportan potencia, elegancia y calidez a las estancias donde son colocadas.
Y lo mejor de todo es que son piezas atemporales, que se adaptan a espacios con estilo contemporáneo, clásico, rústico, industrial; siendo ideales para salas, recibidores, pasillos, dormitorios y comedores.
Cómo colocarlas. A la hora de integrar una obra abstracta a la vivienda, es importante seguir algunas pautas para sacarle mejor provecho.
Lo primero que debes tomar en cuenta es que no es necesario que la obra combine a la perfección con el resto de la decoración del lugar. Lo esencial es que la pintura transmita sensaciones y otorgue un giro abstracto a la estancia.
Por otro lado, debes pensar en los colores de tu cuadro y cómo influirá en la armonización de la decoración. Si cuenta con colores vivos dará alegría a una zona apagada, mientras que si posee tonos cálidos impregnará calidez a una estancia fría, y si refleja paisajes abiertos, mares o cielos, añadirá aire y amplitud a un ambiente cargado.
Una vez hayas elegido la obra, es el momento de escoger el sitio adecuado para exponerla. Esta debe ir acorde al tamaño de la sala y la pared en que será colgada. Si decides ponerla en la sala, el mejor lugar es el muro detrás del mueble principal. Y si optas por llevarla a la habitación, la cabecera de la cama es el sitio idóneo.
Recuerda que para dar mayor énfasis a la obra abstracta, es necesario reducir el efecto visual de otros complementos decorativos, para que no roben protagonismo al arte, de modo que éste sea el elemento que acapare todas las miradas de quien entra a la casa.