Cómo Kadafi se convirtió en un motivo de brindis

Cómo Kadafi se convirtió en un motivo de brindis

WASHINGTON.- Podría desafiar un sentido de justicia, pero llega el momento en que la promesa de nunca perdonar u olvidar un crimen terrorista es puesta de lado para hacer una negociación diplomática. ¿Cómo sucede eso? El desenlace del caso Pan Am 103 es instructivo.

Cuando el vuelo estalló sobre Escocia el 21 de diciembre de 1988, matando a 270 personas, el gobierno de Ronald Reagan inmediatamente imprimió un cartel, en árabe, ofreciendo una recompensa de un millón de dólares por los autores del bombazo. Gran parte de la siguiente década se dedicó a presionar a Libia para que extraditara a dos de sus agentes de espionaje para ser enjuiciados.

Pero la semana pasada el capítulo del crímen pareció haber terminado. El coronel Moammar Kadafi, anteriormente denunciado por el Presidente Reagan como «este perro loco de Oriente Medio», voló a Bruselas para almorzar con el presidente de la Comisión Europea. Declaró que no había apoyado el terrorismo; sólo había, dijo, apoyado a combatientes de la libertad.

La clave de la rehabilitación de Kadafi fue su utilidad en la lucha de hoy para contener las armas más temidas del mundo, combinada con su aceptación, aunque renuente, de la responsabilidad libia en el atentado explosivo del vuelo Pan Am 103. Logró lo segundo permitiendo la extradición de los sospechosos (uno fue declarado culpable y está en prisión) y al llegar a un acuerdo el año pasado para pagar 10 millones de dólares por cada víctima. Luego este año alcanzó un acuerdo con Gran Bretaña y Estados Unidos para abandonar su desarrollo de armas nucleares.

Este es difícilmente el único caso en el cual Estados Unidos ha tenido que decidir si mantener una queja o negociar con un país acusado de terrorismo en el pasado. Cuando los estadounidenses que fueron mantenidos como rehenes en Irán a partir de 1979 ganaron un caso civil federal contra Irán en 2001, el gobierno de Bush intervino para impedir que cobraran, por temor a que la decisión interfiriera con la capacidad del gobierno estadounidense para llevar a cabo su política exterior.

La reconciliación puede tener sus beneficios, y Libia es un caso adecuado de ello. Su desarme fue una victoria enorme. «Lo feo de la diplomacia es que a menudo involucra hacer compromisos con el mal», dijo Peter S. Temes, presidente de la Escuela de Graduados Antioch de Nueva Inglaterra, en Keene, Nueva Hampshire, y autor de «Just War» (Sólo Guerra). «La justicia en todo momento en todos los casos no vale la pena del precio que se tendría que pagar por ella».

Otro experto, Joshua N. Weiss, director asociado del Proyecto de Negociación Global de Harvard, dijo que piensa sobre las negociaciones en términos de si pueden hacer al mundo más seguro para sus hijas. «La gente supone que hay tensión entre la paz y la justicia», dijo. «Realmente es una cuestión de secuencia». Eventualmente, argumentó, los conflictos están maduros para un arreglo.

Pero Weiss puede ver el otro lado del argumento también. En 1988, era un estudiante de segundo año en la Universidad de Syracuse. Algunos pasajeros en el avión eran estudiantes de penúltimo año de Syracuse que regresaban del extranjero; unos cuantos habían vivido en el piso de arriba de su dormitorio. «Es una forma pragmática de pensarlo», dijo, citando el argumento de que un acuerdo sobre armas hace a todo el mundo más seguro. «¿Es una forma moral de pensar en ello? Pregunte a las familias cuyos hijos murieron».

Para ellos, no lo es. La actual recepción de Kadafi fue excesivamente difícil para Susan y Dan Cohen. Su hija Theodora era una de esas jóvenes de Syracuse. Susan Cohen sostiene que Kadafi trató de convertir a algunas de las familias de víctimas en cabilderos en favor de Libia, estructurando arreglos para ser pagaderos por partes, conforme varias sanciones fueran levantadas.

Hacer las paces con Kadafi no lo vuelve menos asesino, dijo. «Esta es una decisión estrictamente política y comercial», dijo. «Es uno de los peores terroristas que existen. Al final de la Segunda Guerra Mundial, si Adolfo Hitler hubiera sido metido de nuevo al redil, ¿lo habríamos hecho? Y esto no es siquiera el fin de la guerra».

Cohen dijo que sospecha que el acuerdo involucra petróleo y dinero. De hecho, el Primer Ministro Tony Blair de Gran Bretaña anunció en una visita a Trípoli en marzo que el grupo Shell Oil había obtenido un contrato de 200 millones de dólares para explorar en busca de gas natural en Libia. Compañías estadounidenses están deseando regresar a los campos petrolíferos de Libi, y a Estados Unidos le gustaría que la industria petrolera y gasera del país se modernizara, poniendo más suministros en los mercados mundiales.

Victoria Cummock Pimentel de Coral Gables, Florida, que quedó viuda por el atentado, dijo que el acercamiento «envía un mensaje fuerte y claro para cualquier otro que elija el terrorismo como una forma de afectar la política de Estados Unidos de que los estadounidenses eventualmente están dispuestos a perdonar y olvidar el asesinato masivo y la matanza de sus ciudadanos, por una cierta cantidad de dinero».

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