¿Cómo leer un cine nacional, fanático, narcisista, orguyoso y sordo?

¿Cómo leer un cine nacional, fanático, narcisista, orguyoso y sordo?

POR CARLOS FRANCISCO ELÍAS
Haciendo uso de un derecho que me asiste (por conocimiento, estudio y militancia pasional) propongo una reflexión sobre este tema en un momento en que hay mucha confusión sobre el mismo, en un momento en que profesionales del cine de este país, han claudicado públicamente, vía la radio, ante requerimientos injustos y mal enfocados.

Hago constar que cuando escribo sobre cine o sobre arte, luego de haber escrito, lo asumo casi con el mismo valor que asumiría si me correspondiera defender mi propia vida, si fuera el caso. Y lo hago de ese modo, porque una opinión fundamentada, no debe tener miedo de las reacciones de segundos, quintos, terceros o primeros. Hecha esta salvedad, propongo una mirada reflexiva a las formas de lectura de un cine nacional.

¿EL CINE DOMINICANO QUIERE NACER DE LA MAGIA, DEL CUENTAZO, EL AMIGUISMO Y EL ACRITICISMO?

Si usted elige tres países latinoamericanos, según su gusto y preferencia, se dará cuenta de algo constante: que los directores de cine tienen un historial de cortometrajes y medios metrajes, de modo habitual.

Yo elijo: México, Argentina y Cuba.

Los directores conocidos de esos países, hoy veteranos, si se buscan sus pinitos en el cine, se encontrará que han hecho cortometrajes, documentales, mediomatrajes etc. Pienso, al azar, en Humberto Solás de Cuba (Minerva traduce el mar, Variaciones, El Retrato, El acoso), Jaime Humberto Hermosillo de México (El verano de la señora Forbes, Idilio, Antes del desayuno) y Juan José Campanella de Argentina (Prioridad Nacional).

Si se revisara atentamente la filmografía de estos tres realizadores latinoamericanos, se comprobará que el cortometraje fue su primera escuela, su primer ejercicio, en esa caligrafía fílmica que luego les es tan querida a los directores, en una suerte de nostalgia por sus comienzos.

Daría la impresión de que los dominicanos, como siempre grandes innovadores, quisiéramos inventar un esquema nuevo para hacer directores de cine, guionistas, para solo citar nuestro talón de Aquiles en materia de este arte. No creo que siempre la academia salvará el desarrollo de una industria y no todo el mundo debe aferrarse a ella para seguir los impulsos creadores que le lleven a realizar una película, pero en este caso un mínimo de academia hace más bien que mal: porque crea una noción de disciplina y curiosidad que ayuda a entender lo que tiene mucho de oficio pragmático con su ABC a cumplir… En el cine la falta de oficio se paga caro: porque se ve a leguas, se nota la debilidad en el uso del lenguaje para comunicar con efectividad historias que deben ser narradas para llegar al público, no para aburrirlo luego que paga una localidad del cine.

En algunos de los capítulos de la sociología del orgullo dominicano, encontramos una fabulosa contradicción, digna de seria reflexión: nosotros los dominicanos del 2000, queremos estar a la moda en todo, como otros países, en el cine por ejemplo , sin darnos cuenta con sinceridad, que si muchos países latinoamericanos tienen hoy una industria del cine, se debe justamente a un esfuerzo ordenado y memorial que les permitió tropiezos y luego visiones de dominio y control de una vereda donde el reconocimiento nacional e internacional los honró, otorgándoles un sitial por el que trabajaron con ferocidad, siendo la crítica un factor de desarrollo esencial, para ese despegue y avance. Nosotros sentimos, con la gran ilusión de país que crece y avanza, que merecemos ya figuras internacionales, que merecemos como país premios y otros reconocimientos de grandeza nacional, pero lamentablemente no hemos trabajado para ello y lo que advierto es una sata y ridícula vanidad fruslera, que impide medir con justeza y buena fe juicios cuyos fines es el que el cine nacional crezca como lo hicieron en otras latitudes latinoamericanas.

En esta maldita ceguera de frivolidad pendeja, se deja de ver que cuando se exige más, es porque el crítico da por supuesto que la posibilidad del talento existe: por eso se critica de modo profesional con la esperanza de ver mejorías sustanciales en el futuro.

Pero no se observa que los pasos elementales para tener un producto acabado, apenas lo hemos recorrido, luego los resultados no serán siempre los óptimos.

¿Debemos ser entonces extremadamente complacientes, dorar la pildorita nacional, pasarnos las manos nosotros mismos en los hombros, escribir tonterías donde lo que vemos son errores fundamentales ?…

A veces, cuando el pudor ajeno no existe, otros pudores lo sustituyen casi por generación espontánea.

El cine tiene un proceso para construirse, como todo.

Y la crítica preocupada por el avance, es un complemento de orientación importante en la búsqueda de ese nacional, si no perfecto, al menos digno y hecho con vergüenza ajena, que es la menos ajena de todas.

Todos los cines nacionales en América Latina han atravesado el mismo camino que hoy atraviesa el natimuerto cine dominicano, la única diferencia es que aquellos países se dieron el lujo de escuelas de cine rudimentarias con sus deficiencias, precariedades, pero escuelas de cine al fin, donde se enseñaba ese ABC mínimo para poder hacer un corto.

Esos mundos bolivianos, colombianos (el esfuerzo de un Carlos Álvarez) o la escuela de documentalistas de San Fé de Fernando Birri, o el cine experimentalista de los uruguayos, señores y señoras, todos, pero absolutamente todos hicieron un cine sacrificado, en muchos casos contradicción eterna con el poder de turno, milicos, gorilazas sin alma y metralletas como juguetitos para matar gente del celuloide clandestino.

Quienes quieren olvidarlo no conocen esas historias, que lean un poco, que investiguen, para que puedan comprender que las críticas complacientes solo ayudan a corazones miserables, cuya única ilusión es el aplauso ignorante y pírrico, que se esfuma a la salida de la sala.

Me pregunto entonces: ¿Cómo coño quiere nacer el cine dominicano, del amiguismo vano, del cuentazo, de la frivolidad oportunista, de la ignorancia del oficio, repito, cómo carajo quiere nacer ?…

Las actuales discusiones en la República Dominicana sobre estos temas, son tardías en otros países, a veces me parece que estoy en el México de finales de la década del 70 o del 80. Se perfilan los mismos bandos: aquel grupo que entendía que el ejercicio de la crítica hacia el cine nacional no debía tener miramientos, porque entendían que en México había gente con mucho talento y que el cine nacional debía mejorar sus propuestas, otros que entendían que los mariachis, las poquianchis, los gauraches y la maldita demagogia de la pobreza, era el destino, sin críticas negativas, del cine nacional mexicano.

El cabo del tiempo y con las ultimas tres nuevas generaciones de realizadores, los primeros y no los segundos tuvieron razón.

Pero para que eso sucediera, seminarios, cursos, escuelas, concursos, prácticas fílmicas, profesores, pruebas de filmaciones, fue todo un proceso, que al cabo de tres décadas (70,80y 90) y antes, México dio los frutos al mundo creando un lenguaje y un estilo de narrar reconocido hoy en el mundo entero.

MODELOS DE CINE PARA HACER CINE Y VER CINE, ESQUEMAS, ESCUELAS, CORRIENTES Y PASIONES FUNDAMENTALES.

Las escuelas de cine tienen un marco pedagógico propio de las escuelas de arte en general: no pueden ser sicorrígidas y deben manejarse con la esencial divisa creadora basada en la libertad de ideas.

Si este principio general es aplicado a las escuelas de arte en general, deben imaginarse en una escuela de cine, que pretende formar un director en documental, o largometraje, un guionista, un sonidista o un editor, tiene que hacerlo con la mayor libertad de visión posible, porque esas escuelas deben formar jovencitas y jovencitos libres, para que esa libertad sea una luz inspiradora en la libre creación de sus obras.

No es casual que descubramos el genuino y apasionado estudiante de cine, ilusionado con nombres que nunca había conocido como Murnau, Lang, Dreyer, Einsenstein, Griffith, Douglas Sirk, Orson Welles, entre otros, sueña con ellos, son sus modelos, van al cine, comen cine, eructan cine, se bañan con el cine, ese furor construye una pasión y una vocación, que les llevará a entender la dimensión mágica del universo profesional que han elegido para sus vidas.Este es el mundo que debemos crear de modo acelerado, este el mundo que nos ayudará a descubrir los verdaderos directores de este país, la escuela verdadera, no un simulacro, es el único camino a la perfección, sé que cuando la ignorancia lo hace con pena, porque presiente que el futuro le traicionará esa risa despótica pletórica de desconocimiento y aventura lúdica por el cine mismo: tengo fe en la creación de ese mundo y trabajo todos los días por el.

Será necesario buscar todos los elementos pedagógicos que ayuden a combatir ese confiado vació de conocimiento de causa para la acción verdadera.

Los cines nacionales de este modo nacen y lo hacen por generaciones, desparramados por el mundo nuestros estudiantes esperan para contar sus historias, quizás mal hechas al inicio, pero con evidencias claras de futuro, arrojo y pasión, en eso creo.

La crítica de cine responsable debe eludir el chantaje de quienes pretenden que la libre opinión frente a una obra, se debe callar por el alto costo de una inversión: toda obra que pretenda ser arte, toda obra por la que el público con su libre albedrío pague su locación para verla, es una obra que sale del dominio de quienes la crearon, desde el mismo momento en que se hace pública y se propone al espectador en general, entre ellos, en la plena oscuridad reflexiva, están otros observadores, armados de un conocimiento que les permitirá hacer público su juicio, del mismo modo en que la obra públicamente fue mostrada. La película que no quiera ser criticada, sencillamente que no se estrene, es simple.En la República Dominicana, apenas estamos armando el tinglado, esa cadena irreversible de la industria del cine (Cine-Espectador-Película-Público-Directores-Actores-Productores-Salas Alternativas-Cinematecas- Cine Comercial-Salas Privadas), apenas estamos tratando de construir con grandes precariedades burocráticas (de un desconocimiento del tema que se convierten en barreras para el mismo inexistente sector) un sector que aún gime por nacer y que está naciendo con distorsiones que todavía con voluntad política, se pueden corregir: porque Cine y la burocracia cultural nunca hicieron buenas ligas, de lo contrario ni México, ni Argentina, ni Brasil, tuvieran la vasta filmografía que tienen, en la República Dominicana se está a tiempo para quitarse una venda pesada, torpe y demagógica, se está a tiempo aun

En otras palabras, un Cine Nacional tiene que hacer su proceso, quererlo detener, es impedirle que crezca y se pueda lucir y valer por sí mismo.

La mejor lectura es la sinceridad, porque el tiempo con su vejez de zorro al final la coloca como un referente válido, ante una obra añejada en sus desaciertos.

PD: Si por alguna razón alguien leyese este artículo con espíritu de sastrería y encontrara un traje y le sirviese, sencillamente: que se lo ponga… (Cfe)

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