¿Cómo llega un pollo a ser gallo?

¿Cómo llega un pollo a ser gallo?

¡Hola Píndaro!  Espero que esta semana hayas descansado bastante y hayas tenido el chance de visitar al compadre Mariano –nuestro amigo el fotógrafo- a comerte el pollito frito que te ofreció.

Ayyy Herminio –me dice Píndaro-, ¡Cuántas vainas están pasando en este país! Te cuento lo que le ocurrió a Mariano con su hijo y te caes de nalgas.

Oye bien, para que después no me digas que hay dizque esto está bajo control… ¿bajo control de quién? ¿De los delicuentes y los violentos que andan por ahí en contubernio con la ley?

Mira, Vitico el hijo de nuestro amigo Mariano, de sólo 20 años, salía de sus clases de la Universidad que está ahí, en el mismo centro de la capital en la avenida de un presidente extranjero, libertador, de mucha importancia, por donde pasan miles de carros diarios y pescuezos largos por pipá, con guardaespaldas y todo.

Eran las 7:45 de la tarde cuando él se sentó a esperar a su papá en unos bancos de hierro, chulísimos –precisamente colocados por el Ayuntamiento para esos fines, a media cuadra de una casa de guardia-. Se sienta, y llama a su mamá para decirle que ha salido de clases y pregunta quién lo pasará a buscar…

¡De pronto! unos jóvenes raros aparecen de la nada y, uno de de ellos le arrebata el celular. Vitico intenta correr hasta la entrada más cercana a la Universidad pero, justo con su gesto, es agredido con un puñal de 12 pulgadas… ¿Te imaginas 12 pulgadas de largo entrando -simultáneamente- en tu diafragma y tu estómago?  Lo recogen, salen con él a un Centro Médico cercano quienes le dan los primeros auxilios para luego recomendarle a su padre que, por el estado delicado de su hijo, lo lleven a una clínica con equipos más apropiados.

De la primera Emergencia lo despachan, y en la segunda Emergencia lo reciben.

“Mire señor”, le dicen… “usted es su padre?” Quien, ante su afirmación recibe la chocante noticia de que su hijo no puede ser atendido porque su seguro no tiene la cláusula que cubre “riñas”.

¡Que vainas pasan en este país! ¿Y no fue un asalto????

Decide llevárselo a otra clínica cercana para no perder más tiempo pues su hijo se muere y, antes de salir en ambulancia lo detienen y le dicen que, antes de salir, debe hacer un pago cubriendo unos tantos de miles de pesos por concepto de unas radiografías y los servicios de emergencia que le habían practicado.

De esta segunda Emergencia va a una tercera emergencia.

Y, ¡su hijo moría!

Arranca rápido con su pollo a cuestas hasta el otro centro de atención.

Gracias a Dios, y a que no todo y en todas partes es comercio la medicina, en esta tercera clínica le informan que ellos lo reciben con gusto y que ellos se van a entender para que su seguro le cubra, porque lo principal era salvar a su hijo.

Grupos de oraciones dentro y fuera del país.  Amigos que le alientan.

Uan rápida y certera intervención, permite recuperar su ya débil y resentido estómago. Le preparan entonces para un largo post-operatorio, tanto en cuidados intensivos. Luego, a un merecido ambiente hogareño y familiar.

Hoy, Vitico no puede seguir estudiando en verano. Sólo se prepara para estar más fuerte para el próximo semestre.

Sus padres esperan confiados, mientras a su agresor –un menor sin familia ni dirección conocida y supuestamente preso en Najayo Menores, no le ha importado cambiar, en un abrir y cerrar de ojos, la vida de una persona productiva y sana. En una audiencia preliminar, fue asombroso el ver -según nos refiere Píndaro- la tranquilidad pasmosa del agresor y la protección de su abogado, precisamente pagado en parte por los impuestos del padre de Vitico.

Y, nosotros consternados. No sólo por la penosa experiencia del hijo de nuestro amigo, sino también por el cómo un supuesto código protege a un pichón de asesino por el simple hecho de ser menor, mientras se detiene la vida de un valioso joven. Con razón, nos dice Píndaro, nunca vamos a entender ¿cómo puede este pollo llegar a ser gallo?

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