¿Cómo los medios pueden nutrirse de las redes sociales y salir indemnes?

¿Cómo los medios pueden nutrirse de las redes sociales y salir indemnes?

En medio de la avalancha de informaciones que circulan diariamente por las redes sociales y su creciente influencia en la sociedad, es cada vez mayor el riesgo de dejar de observar principios básicos para el ejercicio de un periodismo veraz, responsable y orientador.

Bajo el influjo de la frenética competencia que se libra por tener un elevado posicionamiento a través de twitter y Facebook, en ocasiones se cede a la tentación de divulgar o reproducir datos imprecisos y noticias que pueden ser erróneas, malintencionadas y hasta falsas.

Esta tendencia aumenta de forma indetenible, sobre todo porque el nivel de vinculación con las redes es ya de hecho un factor de marketing con el que se mide el poder comercial o publicitario de los medios. A causa de esa práctica, frecuentemente no se comprueba con el debido cuidado la sustentación de las informaciones que llegan a periodistas, comunicadores y comentaristas.

Esto ocurre en mayor medida en medios televisivos y portales de Internet, donde la agresiva lucha por la inmediatez informativa y por demostrar más rapidez en la actualización noticiosa lleva a poner a veces mayor atención a cuestiones cuantitativas o numéricas que al debido cuidado acerca de una bien concebida valoración editorial.

Pero como las redes sociales son una realidad imposible de ignorar por su estrecha vinculación a las nuevas generaciones, que las utilizan para canalizar ideas, gustos y preferencias, los medios no pueden prescindir de ellas ni permanecer ajenos a su dinámica, so pena de perder conexión o empatía con amplios núcleos poblacionales.

Entonces lo que procede es hacer un uso inteligente y cuidadoso, saber discriminar y nunca dejar de lado la verificación, que será siempre clave para garantizar que la información servida al público sea seria y creíble.

Como sostienen algunos tratadistas, “mucha información no supone necesariamente buena información”. Por lo tanto, los medios de comunicación tienen la posibilidad de actuar conforme a una orientación cualitativa sin sucumbir al tumulto. De esta forma pueden guiarse del filósofo francés René Descartes, que en el introito de su genial obra Discurso del Método recomendaba aplicar buen sentido para juzgar adecuadamente y saber diferenciar lo verdadero de lo falso.

Otra cuestión que debe ser motivo de análisis y meditación es hasta qué punto es razonable y moralmente válido – por conveniencias mediáticas – que conscientemente editores y periodistas se presten a servir  de caja de resonancia a temas y situaciones de dudoso o discutible interés general que no abordarían por iniciativa propia, de acuerdo a sus normas éticas y a los manuales de estilo que rigen en las redacciones donde laboran.

La efectividad que tienen las redes en su poder y alcance es incuestionable, como quedó demostrada durante el huracán Katrina, ya que gracias a los oportunos mensajes transmitidos por voluntarios se logró salvar vidas y socorrer a tiempo a damnificados del destructivo fenómeno, ante el tardío envío a New Orleans de brigadas del Ejército de Estados Unidos, en el 2005.

Las redes han permitido además sacar de su letargo a medios que no acababan de darse cuenta que en la actualidad el periodismo ciudadano tiene una extraordinaria vigencia, porque la información no es ya un patrimonio exclusivo de los emisores tradicionales. En otras palabras, los ciudadanos no se limitan a ser simples receptores pasivos, sino que generan y transmiten informaciones de todo tipo.

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