Por Daniela Batista

En conmemoración del 125 aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi en 1994, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, allanó el camino para la proclamación del 16 de noviembre como el Día Internacional de la Tolerancia por parte de la Organización de las Naciones Unidas, ONU. Dos años más tarde, la Asamblea General de las Naciones Unidas extendió una invitación a los Estados Miembros para celebrar esta significativa fecha.

¿Cómo luchar contra la intolerancia? según la ONU

Luchar contra la intolerancia exige un marco legal: la aplicación rigurosa de las leyes de derechos humanos, la prohibición de crímenes y discriminaciones injustas, así como el acceso equitativo garantizado a los tribunales de justicia, son aspectos fundamentales en esta lucha.

Luchar contra la intolerancia exige educación:  la instrucción constante sobre el tema y su relación con los derechos humanos es esencial para prevenir la ignorancia y el miedo a lo desconocido, evitando así la formación de actitudes ignorantes en las personas.

Luchar contra la intolerancia requiere acceder a la información: la promoción de leyes que salvaguarden el derecho a la información y la libertad de prensa previene la utilización de la intolerancia en el ámbito político y territorial, donde a menudo se recurre a argumentos falsos, manipulación de hechos y estadísticas.

Luchar contra la intolerancia requiere una toma de conciencia individual: la intolerancia en la sociedad es el resultado de las intolerancias individuales. Por ende, es imperativo examinar el papel humano en el ciclo vicioso que conduce a la desconfianza y la violencia en la sociedad.

Luchar contra la intolerancia exige soluciones locales:  a pesar de los problemas globales, las soluciones pueden encontrarse a nivel local, casi de manera individual. Cada persona forma parte de la solución, y la no violencia puede ser una herramienta sumamente efectiva para abordar problemas, generar movimientos o demostrar solidaridad con las víctimas de la intolerancia.

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Las Naciones Unidas asegura que ha asumido el compromiso de fortalecer la tolerancia mediante la promoción de la comprensión mutua entre culturas y pueblos. Este imperativo está arraigado en la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adquiriendo una relevancia crucial en una era caracterizada por el aumento del extremismo y el radicalismo violento, así como conflictos marcados por un menosprecio fundamental hacia la vida humana.

«La Declaración describe la tolerancia no sólo como un deber moral, sino también como un requisito político y legal para individuos, grupos y estados. La sitúa en el marco del derecho internacional sobre derechos humanos. La educación se revela como un elemento clave en la lucha contra estas formas de exclusión, capacitando a los jóvenes para desarrollar actitudes independientes y comportamientos éticos.» opina la ONU.