En el Evangelio de hoy, Jesús relata el caso de gentes “extenuadas y abandonadas, –como ovejas que no tienen pastor–”. Jesús nos alecciona: una comunidad humana sin liderazgo responsable que vele por el bien común, cae presa del abuso y se desanima al verse abandonada.
Hay varios aspectos de nuestra vida ciudadana que revelan nuestra falta de un liderazgo responsable por parte de todas las instituciones, figuras, organizaciones e instancias que inciden en la vida pública. Me fijo en dos.
Primero, todavía, a esta altura del juego manejamos mal la basura con sus secuelas lamentables: los drenajes se tapan; sufre la higiene; el costoso asfalto de nuestras calles se daña; las vías se inundan y las aceras de vuelven intransitables; los vehículos “quedados” causan embotellamientos. Los organismos competentes nos deben obligar a todos a disponer de la basura siguiendo lineamientos que favorezcan el reciclaje, los drenajes limpios y el aprovechamiento más inteligente de lo que botamos.
Segundo, uno de los graves problemas en las carreteras lo constituyen los vehículos pesados, que se empeñan en transitar por el carril izquierdo. De esa forma, para rebasar, obligan a los carros, a realizar giros en zizag, maniobra que aumenta el riesgo de accidentes. Si las autoridades responsables obligaran, como lo estipula la ley, a los vehículos pesados a transitar por la derecha en las carreteras, ¡estrenaríamos sin arruirnarnos nuevas carreteras más seguras y eficientes!
Pero eso no ocurre. Hay vehículos pesados que salen de Santiago por el carril izquierdo y así mismo llegarán a la capital, ante la cómplice pasividad de las autoridades, tan diligentes para cobrar impuestos, tan haraganas para salvar vidas. Dicen que relativamente, somos uno de los países con más accidentes mortales de tránsito del mundo. Respecto de la cariñosa basura y del tránsito, andamos como ovejas sin pastor.