El médico que le prescribe oxigenoterapia le indicará la cantidad necesaria, que se mide en litros por minuto (L/m) y el tiempo que debe usarlo, explicándole las razones para ello y los beneficios que se esperan obtener.
Para unos pacientes puede ser necesario el uso durante las 24 horas del día, pero para otros es suficiente con 16 horas al día, o en relación con la actividad física o durante el sueño.
Las dosis más habituales son de 1 hasta 3 L/m, indicándole su médico la dosis conveniente para usted y en qué circunstancias.
Puede aumentar el número de horas de uso sin problema, pero no debe aumentar el flujo de oxígeno si no se lo ha indicado su médico. Esto es así porque si se encuentra peor o necesita más oxígeno puede tratarse de una agudización de su enfermedad, por lo que debe consultar con su médico para ver la causa y qué tratamiento adicional precisa.
Además, al subir el oxígeno administrado, en algunos pacientes se observa una tendencia a disminuir la intensidad de su respiración con elevación del carbónico y con aparición de cefalea y somnolencia progresiva hasta poder alcanzar una situación peligrosa para el paciente de coma.
Nunca debe retirar usted mismo el tratamiento. Si cree que no la necesita, debe consultarlo con su médico y hacer las pruebas necesarias para estar seguro y convencido de si le beneficia o no.