La exitosa carrera electoral del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) está ligada incuestionablemente al arte con que el Dr. Leonel Fernández Reyna ha orquestado y dirigido sus campañas. Por eso, en estos momentos, todo apunta hacia otra victoria leonelista. A los movimientos estratégicos ha seguido una táctica conformada por varios puntos esenciales:
Primero, recordatorio sistemático de los errores gubernamentales de sus adversarios; segundo, facilitar el deslumbramiento de los indecisos, preferiblemente de los campos y ciudades alejados de la capital, con paseos gratuitos por la maravilla tecnológica del Metro (subway al estilo de Nueva York) y giras o visitas pre-electorales a centros de diversión y atracción recién inaugurados (como Güibia, por ejemplo) para fortalecer la idea de inversiones provechosas y tangibles en el bienestar de la gente; tercero, nombrar, poco antes de las elecciones, a miles de nuevos empleados, en especial reclutas de los institutos castrenses o la policía nacional, incluida la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET) que, deseando preservar sus nuevos cheques, gestionarán votos de familiares y amigos para que permanezca el mismo gobierno; cuarto, incrementar pre-electoralmente en decenas o cientos de miles las ayudas a residentes en barrios pobres, usando los bono-votos, apellidos bono-solidaridad, bono-luz y bono-gas y quinto, la compra apabullante de espacios multimillonarios en los medios de comunicación, salpicando la propaganda con una campaña sucia aportada por aliados y convenciendo (no comprando) a opositores para compartir la carga del disfrute del poder a cambio de pequeñas compensaciones económicas.
Si estratégicamente, con propósitos tácticos, se desea conocer cómo se pierden las elecciones, solamente debe dársele seguimiento a la cátedra magistral que están dando Miguel Vargas e Hipólito Mejía.