POR ADOLFO MARTÍ GUTIÉRREZ
Dentro de un contexto económico hablamos de la capacidad de las personas para adquirir bienes y servicios de consumo, y otros más, mediante un intercambio monetario. Pero de igual forma, este intercambio monetario implica variaciones en el ingreso y variaciones en los niveles de producción.
Por ello, cuando se analiza cuanto gana, en términos monetarios, una persona o cuál es el costo de la vida en un país, es sumamente importante considerar la valoración del poder adquisitivo basado en la unidad de cuenta de la moneda extranjera de sus socios comerciales, en base al comportamiento de los precios, la devaluación de la tasa de cambio o la paridad con respecto a la canasta de precios y salarios de Estados Unidos u otros países.
Sabemos a ciencia cierta que el poder adquisitivo de las personas está íntimamente ligado al ingreso personal disponible de cada uno. Así, el tema del ingreso y el poder adquisitivo deberían ir siempre de la mano. Dicho en un lenguaje más actual, decimos que cada persona estará motivada a emplear los recursos que tiene bajo su control en la forma en que pueda obtener el beneficio más alto posible. Pero los precios altos reflejan una escasez de la oferta respecto a la intensidad de la demanda de los consumidores. Los altos precios frenan el poder adquisitivo de las personas, bien sea porque el ingreso o capital es insuficiente para cubrir las necesidades básicas o bien porque quién tiene recursos financieros los «esconde», a través de un ahorro mal programado.
CONSIDERACIONES BÁSICAS
La palabra poder viene del latín «potere» que significa tener la facultad o el medio para hacer una cosa, sinónimo de autoridad o dominio. Por su parte, el término «adquisitivo» denota adquirir, que a su vez significa alcanzar la posesión de una cosa. Entonces podemos definir al poder adquisitivo, como la facultad o capacidad que se tiene para obtener la posesión de una cosa, de un bien o de un servicio. Partiendo de nuestra definición podemos decir que, desde que el hombre fue capaz de coger la fruta de un árbol, hasta hoy en día cuando tiene los medios y los recursos para hacerse de grandes empresas, se ha tenido poder adquisitivo. Desde que la economía comenzó a ser ciencia y se ordenaron sus procesos desde ángulos monetarios, se le dio al poder adquisitivo la connotación de igualdad respecto del ingreso y ahorro de las personas.
Para poder analizar la situación financiera de cualquier persona, familia e incluso país, no podemos tomar en consideración el valor nominal del ingreso o capital que este posea, sino el poder adquisitivo que tienen esos recursos. Si este concepto lo llevamos a una persona significa que lo importante no es el valor nominal de su capital (salario), si no el poder adquisitivo que éste tenga. Un ejemplo de esto podemos verlo en lo siguiente. Una persona que viva en Nueva York o en Tokio, Japón (dos de las ciudades más caras del mundo) y que reciba un salario mensual de 1,500 dólares no podría vivir. Pero si viviera en La Paz, Bolivia o Puerto Príncipe, Haití tendría una situación holgada. O sea, que los 1,500 dólares tendrían un poder adquisitivo mayor en La Paz o Puerto Príncipe que en Nueva York o Tokio.
EL PODER ADQUISITIVO DE LOS SALARIOS
Una segunda cuestión ha establecer es cuando uno se pregunta cuáles son los gastos que más inciden sobre los salarios que cuestionan nuestra situación: la vivienda (que en la mayoría de los casos cubre más de la mitad de los salarios; la alimentación; los estudios de los hijos; la salud pública; los servicios; transporte, teléfono, electricidad, agua, gas, servicios funerarios, etc.; las actividades sociales; recreacionales, culturales, deportivas, etc.; y los impuestos. Si estamos de acuerdo con estos conceptos podemos pasar a analizar el poder adquisitivo del peso, o sea, del salario de cualquier dominicano.
En un sentido amplio un salario es la retribución del factor productivo del trabajo, incluyendo todos los ingresos provenientes del empleo, autoempleo, los honorarios profesionales, las cantidades entregadas por las empresas a los fondos de jubilación, etc. En un sentido más restringido el salario es la remuneración del personal empleado en las empresas, incluyendo todos los pagos que éstas realizan a su personal. En el lenguaje corriente, y a veces en ciertos informes económicos, los salarios son exclusivamente las remuneraciones del personal obrero, en tanto que el pago a los empleados se denomina «sueldo». Esta distinción, sin embargo, tiende poco a poco a caer en desuso: la diferencia entre empleados y obreros es cada vez menos explícita en los procesos productivos modernos, donde el empleo de la fuerza física se va reduciendo constantemente y donde la preparación requerida por el personal obrero es cada vez mayor.
El salario que recibe un trabajador consta usualmente de dos partes: por un lado está el salario básico, o tipo de salario, que especifica la cantidad a pagar por hora, día, semana, quincena o mes. Por otro lado están los beneficios adicionales: bonificaciones, premios, bonos, primas, aguinaldos, pagos a la seguridad social, etc. Para distinguir al salario básico del salario total, suele llamarse a éste último salario integral. Y, como teóricamente el salario es la cantidad que las empresas pagan por el uso del factor trabajo, se trata por lo tanto de un precio que, como cualquier otro, está determinado por la oferta y la demanda existente.
En la práctica, es preciso incorporar una serie de factores que modifican sensiblemente los análisis teóricos sobre el poder adquisitivo. En primer lugar, y por causa de presiones sindicales y políticas, los salarios nunca bajan, al menos en términos nominales. Sí lo pueden hacer, y lo hacen muchas veces, en términos reales, cuando los incrementos en salarios son inferiores a la inflación. En segundo lugar, existe el llamado «salario mínimo», un límite inferior fijado por la ley por debajo del cual resulta ilegal hacer contratos de trabajo. Las regulaciones gubernamentales en materia de trabajo, además, determinan que un conjunto de beneficios deban ser pagados obligatoriamente a los trabajadores. Todos estos elementos encarecen administrativamente el factor trabajo, impidiendo la fijación de un precio de mercado y provocando desempleo.
LOS CÁLCULOS DEL PODER ADQUISITIVO
El índice de precios al consumidor (IPC) puede ser comúnmente utilizado para medir el «poder adquisitivo del consumidor o de la moneda», determinándose así el valor real del dinero, que va a depender del nivel general de precios. El poder adquisitivo del consumidor se expresa como el recíproco del índice de precios al consumidor en un momento determinado. De esta manera [(1/IPC) x 100] sería igual al poder adquisitivo.
Con los datos de la tabla No. 1 vamos a calcular el poder adquisitivo del peso dominicano para el período 1984-2004 (base enero 1999). De acuerdo con los resultados de la tabla, el poder adquisitivo o de compra de un peso dominicano en octubre de 2004 es equivalente a 0.397 (cerca de cuarenta centavos) de enero de 1999. Es decir, con un peso dominicano de octubre de 2004 se compra lo que se compraba con cuarenta centavos en enero de 1999. Esta relación baja considerablemente cuando se analiza en el tiempo, debido a la disminución del poder adquisitivo del peso dominicano derivado tras los efectos de la tasa de inflación acumulada a partir de 2002 y de la depreciación del tipo de cambio. Así, el poder adquisitivo de la moneda nacional, que presentó un nivel de 8.501 pesos en 1985, ha bajado progresivamente en las últimas décadas, cerrando el año 2003 con un nivel de 0.528 pesos. Asimismo, el IPC se utiliza para medir el ingreso real de los trabajadores, que es el ingreso ajustado a los cambios de precios. Al dividir un salario neto anual entre un valor determinado del IPC, multiplicado por cien, se obtendrá el ingreso real para ese momento. Por ello, si suponemos que un trabajador en el año 2001 obtuvo un salario neto anual de RD$180,000, el ingreso real de ese trabajador, ajustado para cambios en los precios en dicho año fue de RD$149,700.6. Este ingreso real se obtiene al dividir el salario nominal con el IPC [(180,000/120.24) x 100]. De manera similar, bajo el cálculo del mismo indicador, si analizamos el poder de compra de ese ingreso desde 2001, podríamos comprobar que los RD$180,000 nominales que el empleado obtuvo en 2001 representaron RD$135,461 en 2002, RD$94,957 en 2003, RD$86,931 en el mes de enero de 2004 y tan solo RD$71,463 en el reciente mes de octubre.
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El autor es economista y profesor universitario.
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