¿Cómo se puede aumentar el financiamiento público a la salud?

¿Cómo se puede aumentar el financiamiento público a la salud?

 

El pasado jueves 27 de agosto, en el Salón Julio Ravelo de la Fuente, de Intec, tuvimos el placer de poner a disposición del público un libro de mi autoría, elaborado conjuntamente con la investigadora mexicana Patricia Hernández, denominado Gasto Nacional en Salud 2014, realizado dentro del marco de un acuerdo entre el Intec y la Fundación Plenitud para desarrollar el Observatorio del Sistema de Salud (OSRD).

El estudio de referencia contó con el financiamiento de la Asociación de Administradoras de Riesgos de Salud (Adars).

Este trabajo constituye el primer esfuerzo que se realiza en el país de adoptar los nuevos lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de otros organismos internacionales encargados de la producción de estadísticas, para la medición del gasto en salud.

Dicho sistema consiste en las cuentas de salud recientemente revisadas por dichos organismos, quienes desarrollaron la metodología denominada SHA 2011, hoy considerada el estándar mundial sobre el tema, pero que todavía no está implementada en la mayoría de los países.

La OMS se ha propuesto promover su utilización y posee un plan estratégico para impulsarla en unos 100 países en los próximos años.

Las cuentas de salud miden los flujos financieros dentro de un esquema coherente de definiciones y clasificaciones, acordado internacionalmente – a fin de que los datos producidos puedan ser comparables en el tiempo y entre varios países.

En este sentido, es un aporte pionero y un punto de partida, aunque no incluye todas las fuentes de financiamiento ni todos los gastos, pues una tarea de este tipo quedaba fuera del alcance de este trabajo. No obstante, se trata de una contribución al proceso de producción de cuentas de salud en el país, cuya completa implementación y producción rutinaria compete a las entidades nacionales productoras de estadísticas, en particular, la Unidad de Cuentas de Salud, del Ministerio de Salud Pública.

Es preciso reconocer que para la realización de este estudio se contó con información contable del Ministerio de Hacienda, de Senasa y de la Sisalril, además de la Endesa y otras fuentes, habiéndose procesado millones de datos de autorizaciones, lo que permitió reclasificar partidas y presentar, por primera vez, informaciones por proveedor y por función.

El estudio revela que el Gasto Corriente en Salud ascendió a RD$115 mil millones en el 2014, lo que implica alrededor de un 4.5% con relación al PIB. Si a este monto se le agregan ciertos gastos no contabilizados por falta de información accesible, más el gasto de capital, es muy probable que el porcentaje en relación al PIB supere apenas el 5%.

Esta proporción es relativamente baja en el contexto latinoamericano, cuyo promedio rondaba el 7.4% en el 2013 (último período para el cual existen estadísticas publicadas).

Del mismo modo, es también bajo el gasto por habitante, menos de la mitad del promedio latinoamericano, lo que implica que nuestra sociedad no está invirtiendo lo suficiente para atender las necesidades de su población. Definitivamente, es necesario que se aumente la inversión en salud, sobre todo por parte del Estado.

En la presente entrega veremos los avances del sistema y en la próxima nos detendremos más en reflexionar sobre lo que es necesario hacer para aumentar los fondos públicos.

Debemos reconocer que la reforma dominicana a la salud -una de las más importantes reformas del Estado Dominicano- está dando frutos positivos y, aunque lentamente, va por buen camino.

Algunos logros. Entre los logros alcanzados se citan que la cobertura del Seguro Familiar de Salud ha avanzado mucho desde el inicio de la implementación del régimen contributivo en 2007. Hay que recordar que antes de la Ley 87-01, la cobertura de la seguridad social rondaba el 6% y hoy alcanza el 65%.

El financiamiento público ha aumentado también de manera importante – aunque está lejos de lo que se necesita. En efecto, los esquemas de financiamiento público aportan hoy el 64% del gasto en salud, en lugar de una preeminencia de los fondos privados – como era en los tiempos previos a la reforma.

El gasto de bolsillo, es decir, el dinero que pagan directamente las personas para recibir servicios de salud, sobre todo cuando van a los médicos o los centros de diagnóstico o compran medicamentos — ha disminuido en términos proporcionales (de 38% del gasto total en el 2007 a 22% en el 2014).

Este tipo de gasto, también llamado pago directo, es la forma menos equitativa de financiamiento a la salud y su reducción indica un impacto positivo de la reforma en la protección financiera de los hogares.

Ahora, ¿esto significa que estamos bien?

No… estamos muy lejos de estar bien. Pero significa que vamos por buen camino. En el siguiente artículo elaboraremos más sobre este asunto.

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