Puesto de manera simple y según los hechos: Leonel Fernández renunció del PLD, porque perdió la nominación presidencial para los comicios de mayo a manos de Gonzalo Castillo, un político desconocido y auspiciado por el gobierno, que le infligió la peor derrota de su ilustre carrera.
Si hubiera ganado con el estrecho margen que alcanzó Gonzalo, Leonel no se va; jubiloso y con el pecho henchido, hubiese permanecido dentro del PLD, expandiendo su ego, orgulloso tras haber derrotado al gobierno, pero también estuviera gestionando el apoyo del presidente Danilo Medina, elogiándolo desmesuradamente.
Pero la historia salió al revés. Leonel perdió limpiamente las primarias abiertas, porque subestimó a Medina, menospreció a Gonzalo Castillo y se burló de sus compañeros que lo llevaron al poder en tres ocasiones, reteniéndolo en la presidencia del partido durante décadas.
Ahora, alega que fue víctima de un fraude, del cual Fernández cuenta versiones diversas. De todas las denuncias de esa categoría surgidas en la República Dominicana desde 1966, la menos creíble, la única novelesca e infundada es la que invoca el exmandatario. Se va después que la JCE decide la auditoria forense, cuatro universidades auditan el sistema y las empresas telefónicas certifican que nadie tocó las redes.
¿Cómo se va? Con la imagen del apostata, renegado que dividió el partido de Bosch; la del traidor que conspiró contra el PLD y su gobierno, y la del tránsfuga pasible de sanción bajo el artículo 134 de la Ley Orgánica del Régimen Electoral, que reza: “Transfuguismo en las candidaturas. Las personas que hayan sido nominadas para ser postuladas por un partido, agrupación, movimiento político o alianza a la cual pertenezca el mismo, no podrán ser postuladas por ningún otro partido, agrupación, movimiento político o alianza, en el mismo proceso electoral”.
¡Buena suerte!