CURITIBA. La Policía Federal en Curitiba, en el sur de Brasil, preparó una celda especial para recibir al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que tendrá baño privado y derecho a dos horas diarias de aire libre, informó la institución.
«Es una sala simple, vacía, sólo tiene una cama, mesa, silla y acceso a un baño, nada más. Es lo más simple posible, pero estará separado de los demás» presidiarios, explicó el comisario Igor Romario a periodistas. La habitación era utilizada para alojar a policías de otros estados o a abogados que precisaban pernoctar en la sede judicial, pero a lo largo de las últimas dos semanas fue adaptada para acoger eventualmente a quien sería el preso más célebre de la operación Lava Jato.
En comparación con las condiciones degradantes de los presidios a lo largo y ancho del país, la celda puede considerarse un lujo.
La sala es «bastante humanizada, bastante tranquila, un ambiente agradable, pero nada especial», añadió por su parte Jorge Chastalo, jefe del equipo de custodia de la sede policial.
Lula tendrá derecho a una visita semanal de familiares cercanos y durante dos horas al día podrá tomar «baños de sol», es decir, recreos al aire libre.
De acuerdo con el periódico O Estado de Sao Paulo, la habitación tiene unos 15 metros cuadrados y ducha de agua caliente. Los policías no supieron confirmar de inmediato esa información.
Placa con su nombre
El edificio que alojará al expresidente -al menos durante el inicio de sus días tras las rejas- fue inaugurado bajo su segundo mandato, en febrero de 2007.
Una placa conmemorativa en la entrada del penal destaca su nombre en letras doradas, junto al de otras autoridades de la época.
Lula (2003-2010) fue condenado a 12 años y un mes de prisión por corrupción y lavado de dinero. El juez federal Sergio Moro le dio hasta las 17H00 (20H00 GMT) de este viernes para entregarse a la PF de Curitiba, después que la corte suprema le negara un recurso para recurrir la sentencia en libertad ante tribunales superiores.
Pero el dos veces presidente de Brasil, que se declara inocente y perseguido políticamente, no ha dado hasta el momento señal de que respetará el plazo: tres horas antes del vencimiento del ultimátum continuaba reunido con dirigentes y militantes de izquierda en el Sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, polo industrial en las afueras de Sao Paulo donde se forjó como líder sindical en los años 70.
Por las cárceles de Curitiba, apodada «Capital de Lava Jato», han pasado la mayoría de los «peces gordos» que cayeron en la red del juez Moro, como el empresario Marcelo Odebrecht, el exministro de Hacienda de Lula, Antonio Palocci, o el ex jefe conservador de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha.