Como si fuera la primera vez

Como si fuera la primera vez

En 1962 se proyectaron en las pantallas de cine de Santo Domingo dos películas documentales excelentes: “Perro Mundo” y “Mujeres en el mundo”.
Ahí se demostraba, con la magia del cinematógrafo, la gran diferencia cultural entre los países del Lejano Oriente y el resto del mundo.
Cuando nos llevaron a escoger las carnes para el fin de semana parecía como si se tratara de acciones de ciencia-ficción. No sólo desconocíamos esas prácticas culturales, sino que tampoco las imaginábamos. Ver cómo los parroquianos seleccionaban perros exhibidos en rejones, como los de los gallos de pelea, sobrepasaba nuestra capacidad de asombro.
Luego de escogidos los ejemplares, exhibidos ante los ojos de todos, vimos que las culebras seleccionadas, como comida gourmet, eran despellejadas mediante la inserción de un dedo por la parte de lo que sería el cuello en los humanos.
Mexicanos que reclamaban una mayor porción de chinchas de monte vivas dentro de sus pastelillos no se tapaban las narices para morigerar la fetidez que desprende el insecto.
La exhibición de lo que para los occidentales eran prácticas exóticas y la conversión de bichos y animalejos en alimentos, inusuales para esta parte del mundo, fue una larga, convincente e interesante lección de la milenaria cultura oriental.
Ya en esos tiempos, en ciudades como Nueva York, se introducía como exótico, como gourmet, como in (estar a la última moda) el consumo de cucarachas rellenas (no me pregunten de qué), hormigas y otras “exquisiteces”
Aunque hay un viejísimo refrán que dice: “donde fueres, haz lo que vieres”, siempre he sido cauto al comer y cuando estoy de viaje en el extranjero pregunto cuáles son los ingredientes de esa o aquella comida que se ve tan apetitosa en la mesa del vecino y siempre termino ordenando: un filete de res, bien cocido, de ese modo no como ninguna “cúcara mácara”.
Había que buscar un culpable para este “brote” de la nueva gripe bautizada como “coronavirus “con una fuerza tal que en menos de un mes está presente en todos los continentes y en la mayoría de los países y hallaron, demasiado rápido, un restaurante, un pueblo, donde comen murciélagos y otras “delicatesen”.
Yo que siempre he sido curioso veo que ese murciélago produjo un efecto diametralmente opuesto al de la aparición de una golondrina, puesto que este murciélago ha producido un verano trágico.
Y me refiero a que ese murciélago era especial. No era el primero en ser consumido. No era el único. Alguien había probado antes.
Mientras tanto Italia cierra sus puertas y pide a la gente que no salga, Nueva York manda la Guardia Nacional a la calle y nosotros seguimos juntando gente, que si el carnaval, que si las caravanas. Por eso estamos jodidos, desde hace tiempo.

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