En la tradición cristiana la Semana Santa es el período en que la Iglesia Católica conmemora los últimos días de la vida de Jesús, quien según explica la Biblia permitió ser crucificado para salvar a la humanidad del pecado.
De acuerdo con la publicación hecha en 2010 por la Diócesis de Canarias, durante el Concilio de Nicea, celebrado en el año 325, se promulgó que la Pascua cristiana, entiéndase la Resurrección de Cristo, sea celebrada en una fecha distinta a la Pascua judía.
La publicación indica que esta festividad se celebraría «el primer domingo después de la primera luna llena durante o después del equinoccio vernal», además precisa que en consecuencia, astronómicamente, la Pascua nunca puede caer antes del 22 de marzo ni después del 25 de abril.
Así la Semana Santa pasaría a ser una festividad que no siempre se celebraría en la misma fecha del año, sino que se constituyó en una de las conmemoraciones católicas movibles dentro del calendario litúrgico de esa religión.
La misma publicación señala que la enorme importancia que tenía la Pascua para los cristianos, como festividad de la Resurrección de Jesús, les llevó a creer que esta celebración no podía llevarse a cabo sin cierta preparación espiritual.
«Pensaban nuestros primeros hermanos que debían acondicionar sus almas durante algunos días de ayuno, penitencia y oración. Esto sería lo que posteriormente se llamaría Cuaresma», agrega.
Sin embargo, la Semana Santa como es celebrada en la actualidad está un poco alejada de como se conoció en sus primeros años. Han sido muchos los patrones de conducta que han sido modificados y una gran cantidad de tradiciones se han perdido.
En su origen esta conmemoración era aprovechada para el descanso, tanto del cuerpo como del alma, sin embargo, en la actualidad es una de las épocas que las personas aprovechan para vacacionar.