¿Cómo vamos con el Cambio?

¿Cómo vamos con el Cambio?

Aunque parece que fue ayer, como dice la canción, ya ha pasado un año desde que el Partido Revolucionario Moderno llegó al poder. Se trata de la primera vez que esta organización política asume la dirección del Estado, y lo propio sucede con Luis Rodolfo Abinader,  quien se inauguró como presidente de esta Nación en agosto del 2020. 

  Es cierto que estos doce meses han transcurrido con cierta rapidez; «el tiempo vuela”, decimos quienes nos empeñamos en estirar la juventud más allá de lo biológicamente posible. 

 No sé si el presidente habrá notado que ya se le ven los efectos del estrés de gobernar que han exhibido nuestros presidentes y que paradójicamente se evidencia con mayor notoriedad cuando dejan el Palacio Nacional (menos Hipólito Mejía, pues al viejo Hipo, “no lo mata nadie”). Pese a los cuidados de Raquel en la casa y en las redes, el hombre se ve estresado. Lo mismo podemos decir de algunos de sus funcionaros y colaboradores más cercanos,  a quienes ya se les puede hacer la foto del antes y el después,  y por lo menos en algunos, varias libras de más inclinarán la balanza. 

   Ha sido un año muy particular y difícil, marcado  por la pandemia de la Covid-19 y por sus terribles efectos en la salud, la economía y la sociedad. Aun así, el  gobierno del Cambio puede exhibir logros e iniciativas que se podrían convertir en transformaciones a corto, mediano y/o largo plazo. 

  Precisamente el gobierno ha tenido un buen manejo de la pandemia. Aunque es justo reconocer que lo ha hecho sobre el diseño de las políticas y las medidas trazadas por la pasada administración de   Danilo Medina, y del PLD que quedaba cuando llegó el virus.

 Mantener los planes de asistencia social durante un buen tramo de la pandemia  fue una correcta decisión del gobierno de Luis Abinader. También lo fue flexibilizar las medidas cuando disminuían los niveles de contagio; con esto se permitía un breve respiro para la economía, que duraba lo que tardaban en aparecer los rebrotes, cuando se procedía a cerrar de nuevo; pero algo es algo. 

  El gran logro de este gobierno fue, ha sido y será el Plan de Vacunación. Una acción directa del presidente y del Gabinete de Salud, que encabeza la vicepresidenta Raquel Peña, quienes asumieron todo el proceso: desde recibir las vacunas, hasta hacer que los dominicanos y extranjeros residentes en nuestro país sean inoculados. Al día de hoy, el que no se ha  vacunado es porque no ha querido. 

  El presidente ha mostrado un gran respeto por la institucionalidad, empezando por haber nombrado a una ministra de justicia de carrera y sin militancia política, poniéndole fin a la odiosa y peligrosa práctica de convertir el Ministerio Público en una vil marioneta del presidente de turno. Éste ha sido un gran salto en la independencia del Poder Judicial cuyos verdaderos frutos se verán a largo plazo. 

  Luis Abinader no se impuso en la escogencia del pleno de La Junta Central Electoral; tampoco lo hizo con la Cámara de Cuentas, aun teniendo las posibilidades de mandar una línea a su congreso para buscar ventajas en la dirección de estos organismos. También fue evidente su desapego en la elección de los jueces del Tribunal Superior Administrativo, evaluados, escogidos y juramentados recientemente por el Consejo Nacional de la Magistratura. 

  Quienes me conocen saben cuánto he valorado y aplaudido la eliminación de las ¨funditas¨ y las “cajitas” que se repartían en navidad, las cuales se mantenían como una odiosa práctica del clientelismo burdo y miserable. Esto fue posible gracias a la implementación de un novedoso sistema de reparto a través de tarjetas asignadas a los beneficiarios, obra de este gobierno.

 El aumento de sueldo a policías y militares constituyó el cumplimiento a una promesa de campaña del PRM. El reajuste salarial a los empleados de la economía no sectorizada fue un aliciente para los trabajadores. Aunque  es cierto que el mismo no es suficiente para cubrir la brecha inflacionaria y que debería ser mejor explicado y aplicado en su totalidad.

  Una vez instalado y echado a andar, el gobierno del Partido Revolucionario Moderno empezó a reflejar debilidades en su comunicación interna y externa, aunque con el paso del tiempo y con los correctivos de lugar esto ha ido mejorado de manera notoria. 

  Las constantes rectificaciones en medidas tomadas y anunciadas por el incipiente gobierno, crearon un clima de cierta incertidumbre social que tomó ribetes de temor. Es cierto que errar es de humanos y que rectificar es de sabios, pero cuando se trata de la máxima dirección del Estado esto toma otra dimensión, y eso fue lo que pasó; se creó la percepción de que la administración del PRM no tenía   un plan de gobierno y que por consiguiente el país sería dirigido sobre la base de la improvisación.

  Hemos visto con sorpresa una desconexión entre el partido oficialista y el gobierno, lo que se ha acrecentado con los enfrentamientos públicos entre Legisladores, Ministros y Directores. Esto le ha creado un ruido al gobierno, que encuentra tierra fértil en el reclamo de perremeistas que buscan ser incorporados al gobierno por el cual trabajaron desde la simiente de una organización política que ayudaron a construir.

  Varios Ministros y Directores se han quedado anclados en algún lugar de la llamada “curva de aprendizaje” lo que ha provocado una inoperancia y retroceso de las instituciones que dirigen. En más de una ocasión hemos visto la reaparición de problemas que creíamos superados y olvidados.

  La vertiginosa carrera de endeudamiento que ha asumido el gobierno, con el sello requerido del “Congreso del Cambio”, se ha constituido en una de las grandes preocupaciones de muchos dominicanos de clase media y alta que ven hipotecado el futuro de las próximas generaciones. 

  El alza de precio en productos de primera necesidad y la llegada triunfal de la Peste Porcina Africana que ha traído como consecuencia una subida exorbitante en el valor de la carne de pollo, son dos de los principales males que padece la gente de escasos recursos y que hacen que este gobierno cierre su primer año sobre la inconformidad de muchos dominicanos. 

  Sin dudas el principal reto que tiene el gobierno de Luis Abinader, es restablecer la economía post Covid-19. Lograr que una vez superados los estragos de la pandemia, los dominicanos volvamos a vivir en un clima de quietud económica sin sobresaltos ni fluctuaciones atemorizantes.

  Estoy seguro que para lograrlo será necesaria la implementación de la tan mencionada, odiada y postergada Reforma Fiscal. Eso sí, no debe ser una reforma basada en el aumento impositivo a quienes ya pagamos hasta por respirar, sino más bien enfocada a la identificación y formalización de una economía informal y/o evasiva. Claro está, garantizando que estos impuestos serán invertidos en mejorar la calidad de vida de los dominicanos.

  La descentralización operativa es un tema que este gobierno debe superar. No es justo que todo tenga que pasar por el despacho presidencial para ser resuelto. Aunque para la historia éste será el gobierno de Luis Abinader, para el presente es la administración del PRM y por la cual todos los funcionarios deben trabajar.

  El gobierno del Cambio debe evitar darle insumos y razones a una parte de la sociedad dominicana que empieza a etiquetarlo como una réplica de las administraciones del PRD, marcadas en gran medida por la desestabilización económica y  el retroceso.

  El gran reto del presidente Luis Rodolfo Abinader Corona, es demostrar que el pueblo dominicano no se equivocó al confiar en su promesa de cambio; pero mas que eso, es pasar del cambio a la transformación.

El autor es periodista @hanselgarciar  hanselgarciar@gmail.com

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