Como vamos, no llegamos

Como vamos, no llegamos

RAFAEL TORIBIO
Una característica común y determinante entre los países de economía desarrollada y democracia consolidada es haber realizado en su momento una alta inversión social, creando un amplio sistema de bienestar y protección social para todos los ciudadanos. Esta importante tarea fue asumida en cada caso por líderes con visión y talento para invertir en el presente asegurando el futuro, o una clase política que asumió iguales responsabilidades, unas veces desempeñadas directamente por el Estado (Europa y los países más adelantados de América Latina),  por las familias, organizaciones civiles o las empresas, con la asistencia subsidiaria del Estado (Estados Unidos y Japón) Aunque realizado de diferentes maneras, el desarrollo de los países estuvo precedido, o acompañado de forma simultánea, de un amplio, profundo y prolongado sistema de inversión social que produjo el desarrollo humano, base imprescindible de los avances en lo económico, lo político y lo social. Son hoy los desarrollados porque invirtieron ayer, de forma generosa, en el desarrollo de las personas.

Lamentablemente, nosotros no hicimos lo que otros hicieron para ser hoy países desarrollados. En los períodos de inestabilidad no era posible hacerlo, pero en los de estabilidad nuestros dirigentes decidieron invertir en otros renglones, ni hacer las reformas institucionales que nos pusieran en el camino del desarrollo. Ahora, con un Estado reducido, incremento de la pobreza y la desigualdad, aumento del desempleo y del empleo informal, urgentes compromisos de pagos de deudas, escasos recursos para la inversión social y sin un sistema de protección social, estamos mal en el presente y, si no hay decisiones políticas valientes, estaremos peor en el futuro. Se está atendiendo a lo urgente, pero no a lo importante, y así podemos salir de la coyuntura, pero no resolver los problemas fundamentales del país y de las personas.

¿Qué hacer, entonces, en medio de tantas precariedades para invertir en lo que se debe invertir y asegurar el bienestar de los ciudadanos, fin último de la política? Lo primero es restablecer la estabilidad macroeconómica (que se está haciendo) para devolver la confianza en los agentes económicos (internos y externos) y recuperar parte del poder adquisitivo perdido. Simultáneamente se debe impulsar de nuevo el crecimiento de la economía, aprovechando las ventajas comparativas o competitivas que tenemos como país, sin cometer el error de creer que la distribución de la riqueza socialmente generada se producirá mediante el «goteo», ni tampoco por el «derrame». Tiene que haber una decisión de Estado, concretizada en políticas públicas, para que esto suceda. Además de lo anterior, es necesario proseguir, con nuevos impulsos y alcances, la reforma del Estado, empezando por una mayor racionalización en sus estructuras, y logrando que sus instituciones sean mucho más eficientes. Dentro de esas reformas necesarias, la estabilidad y profesionalización de los funcionarios de la administración pública, es tan importante como urgente. Un Estado que quiere ser moderno tiene que descansar en funcionarios que sean del Estado, no de un partido y, mucho menos, de una de sus tendencias.

Pero la reforma más importante de todas, y la decisión política que nos puede poner como país en el camino del verdadero desarrollo, es una inversión social masiva y sostenida que amplié las posibilidades de las personas en educación, salud, seguridad social, vivienda, agua potable, nutrición e infraestructuras básicas. Los momentos actuales son de limitados recursos económicos del Estado y de compromisos urgentes de pago de deudas, que se cumplen reduciendo la inversión social. Podremos estabilizar la economía, volver a tener crecimiento económico y pagar nuestras deudas, pero si no invertimos en el desarrollo humano nunca tendremos un país desarrollado. Quienes se desarrollan son las personas; un país es desarrollado porque sus personas son desarrolladas y el desarrollo humano sólo se produce cuando hay una acción deliberada del Estado que se traduce en una mayor inversión social que produzca la ampliación de las oportunidades de las personas.

El actual gobierno hace meritorios esfuerzos por la estabilización económica, reiniciar el crecimiento económico, tratar de resolver el problema energético, pagar las deudas y dar asistencia social a los sectores sociales en situación de mayor precariedad. Eso está bien, además de ser justo y necesario, pero no es suficiente para lograr el desarrollo humano. No me cabe la menor duda que el Presidente Fernández tiene la visión y el talento para ver y comprender que sin inversión social no hay desarrollo humano. Confío en que tenga la decisión política de pasar a la historia, no solamente como un buen Presidente, sino como un gran estadista, enfrentando con éxito las exigencias de la coyuntura pero haciendo, al mismo tiempo, las inversiones que aseguren el desarrollo humano, que es la base del desarrollo del país.

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