Cómo vivir en pareja

Cómo vivir en pareja

Formar una pareja se ha convertido en verdadera odisea, pues las responsabilidades laborales de ambos y el cuidado de los hijos arrebatan el tiempo que se quisiera pasar junto al ser amado. Sin embargo, no todo está perdido y, aun en este caos, la convivencia es posible.

Si lo vemos desde otro punto de análisis, también podemos afirmar que vivir en pareja se ha convertido en campo de batalla por los cambios sociales ocurridos en las últimas décadas. Por ejemplo, ahora podemos ver casos en que la mujer, convertida en competidora de alto nivel en el campo profesional, puede ser quien lleva la delantera en los ingresos familiares, lo cual, a pesar de la “nueva” mentalidad del género masculino, no deja de representar presión para quien tradicionalmente desempeña el papel de proveedor.

Sea como sea, y a pesar de que el índice de divorcios cobra alarmante notoriedad, hay quienes apuestan por la supervivencia de la pareja como institución en la que puede existir sana relación, donde el crecimiento sea igualitario y se aprenda que los conflictos pueden evitarse o enfrentarse en comunión.

Por desgracia, uno de nuestros primeros problemas para comprometernos a realizar dicho trabajo empieza casi desde nuestro arribo a este mundo. “Desde la más tierna infancia, casi todos somos lastimados psicológicamente porque nos educan personas adultas que, a su vez, arrastran heridas emocionales que nunca pudieron sanar. Luego, nos ponen a competir a unos con otros en la escuela, donde siempre hay alumnos más inteligentes que nosotros, con mayor habilidad académica, y de nuevo somos lastimados”.

Así lo explica Rubén Armendáriz Ramírez, experto en Programación Neurolingüística y Psicología Transpersonal, quien al seguir con su análisis explica que “llegamos con este cúmulo de heridas emocionales a la universidad, donde también algún maestro severamente perturbado aporta su cuota de daño, y posteriormente aterrizamos en empleos donde muchas veces nos espera un jefe déspota, intolerante y que nos humilla, evidentemente herido en su sensibilidad humana. Para terminar con el cuadro, nos unimos a una pareja cuya historia emocional es igualmente dolorosa, de modo que los conflictos se multiplican”.

El dato

Viviendo sin conflicto
Por si fuera poco, en otros aspectos de nuestra vida social también somos susceptibles a ser lastimados, como sucede cuando alguna palabra ofensiva, gesto, mirada o rumor social negativo es lanzado en nuestra contra, y a partir de estas heridas nos formamos una imagen de nosotros mismos que muchas veces es errónea. Este panorama, dice el autor de Viviendo sin conflicto (título publicado por editorial Pax), genera una serie de heridas que se transforman en verdaderas barreras que nos impiden relacionarnos sanamente y que propician un proceso de separación, temor, resistencia, evasión y aislamiento.

En pareja, pero sin apegos
Armendáriz Ramírez revela secretos que pocos conocen, lo cual se explica porque la gran mayoría de los seres humanos seguimos patrones que nos hacen muy similares. Así, el prolífico escritor, autor también de La esencia de la felicidad y Un abrazo para el alma, señala que debemos aspirar a vivir con mente tranquila y clara, porque de esta forma podemos contemplar cómo la gran mayoría de nuestros problemas emocionales, incluidos los que tienen que ver con la pareja, no tienen razón de existir.

“Hay que conocernos para luego aprender a conocer a nuestra pareja”, señala el autor, y establece que debemos sentir amor, pero sin apego, porque actuar de esta última forma significa que requerimos tener al otro. “La necesidad de posesión surge cuando tememos perder alguna propiedad, y si nos referimos a nuestra contraparte amorosa, sentimos miedo de que muera. Es en este preciso instante que el amor queda contaminado con nuestra necesidad, y lo que era armonía original se transforma en desesperación”.

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