¿Cómo vivir feliz, con cartera y sin problemas?

¿Cómo vivir feliz, con cartera y sin problemas?

Suena el despertador. Comienza el día y, con él, la vida transcurre en ese agitado trajinar que nos envuelve y nos lleva a olvidar aquellas pequeñas pero grandes cosas que le dan sentido a la existencia.

No sé en qué momento la vida dejó de ser aquel solaz en el que nada era ni tan urgente ni tan grave para quitarnos sueño.

Pensando en ello, a raíz del rímel que le puso el Presidente a su gabinete para hacernos creer que cambió algo (toda mujer sabe que un poquito de rímel no mejora la imagen del rostro), reparé en que todo se transformó por culpa de la cartera. En cuanto ella llegó, a la sazón de crecer y tener responsabilidades, tuve que cargar con cosas que antes no llevaba. Al principio, usarla fue una alegría; después, cuando se convirtió en lo que hay que llenar para que mi mundo siga rodando, en una molestia.

A los únicos a los que no les pesa es a los funcionarios, quienes establecen una relación tan íntima con sus carteras que, más que un trabajo para suplir sus billeteras, se convierten en una finca personal de la que nunca se quieren marchar.

No sé qué tendrá el poder que, aunque el Presiente siempre mantiene a los mismos hombres en él (lo siento, casi no hay mujeres), todos sufren cada 16 de agosto.

Al verles, me río ya que quisiera ser funcionaria para que me destituyan y, como se hace siempre, me dejen sin cartera. Entonces dejaría de tener problemas y sería mantenida por esos millones de pendejos que nunca se quejan de los cientos que viven de ellos sin merecerlo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas