Como yo, tú puedes salir de la extrema pobreza sin esperar al Estado

Como yo, tú puedes salir de la  extrema pobreza sin esperar al Estado

Vengo del fango, del caliche, de las labranzas en conucos y potreros ajenos, cobrando centavos por jornadas de doce horas de trabajo duro, vengo de la cachaza de los pies, ampollas y callos en las manos por las arduas labores en la loma, vengo de conocer las entrañas de la indigencia, recuerdo la crueldad de tener que dormir en piso de tierra, en un “saco de pita”, que era mi colchón, sábana y almohada al mismo tiempo y enlodarme cuando llovía al penetrar el agua a la casa, vengo del “hambre de cuadritos”, que pone los labios cenizos y “cuartiaos”, he vivido la sarna y disentería en toda su crudeza, ser castigado chocándome la cabeza con la esquina del estante, vengo de estar encuero hasta los 9 años por no tener ropa, de ir a una excursión escolar al Palacio Nacional, Altar de la Patria y otros lugares importantes descalzo por no tener zapatos, (mi primer calzado fue una “pantuja” de goma a los 11 años.
Vengo de ser carretillero y “triciculero”, vengo del mabí, la masita, el pancuco, de comer mallorquina con agua de azúcar prieta como alimento posible y de recordar que cuando aparecía un sancocho de habichuela prieta (sin carne, por no haber) era para gozar de lo lindo, bailar bonito y “lamberse” los dedos, vengo de las lombrices, los empeines, los golondrinos, la seca, la nigua, de ir a las fondas a fregar los trastes para que me dejen comer los bigotes (las sobras de comidas que dejaban los clientes), con las mismas cucharas de ellos, sin pensar en enfermedades contagiosas o falta de aseo bucal de ellos y sólo buscar saciar el hambre visceral.
Vengo de hacer las necesidades en el monte, encima de una mata de cacao u otras, por no haber ni siquiera letrina, de ir a San Pedro de Macorís desde La Romana a pie buscando trabajo, por no tener para el pasaje, de dormir por mucho tiempo en marquesinas y garajes, de “fajarme” con varios panales de avispas y culebras encima de una alta mata de coco y tener que “bajar a mil” pelándoseme el pechito y las piernitas, vengo de quitarle la comida (los panes viejos) a los puercos, que le llevaban a la pocilga, vengo de probar refresco por primera vez a los 11 años.

Y con grandes esfuerzos y sacrificios he logrado escalar algunos espacios sociales (Juez Presidente de la Corte de Apelación de San Pedro de Macorís, Viceministro de Interior y Policía, entre otras funciones), siempre aferrado a los valores cristianos y por ellos, conservando como tesoro fundamental la honradez y responsabilidad.

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