Competitividad real del salario

Competitividad real del salario

En estos días los sectores empresarial y sindical discuten, aparentemente animados por llegar a acuerdos satisfactorios,  las posibles proporciones  de un aumento general de salarios. Los empresarios tienen en sus manos una propuesta de los sindicatos basada en un estudio según el cual el costo de la canasta familiar mínima es de poco más de diecinueve mil pesos.

Un paso inicial de coincidencia entre trabajadores y empleadores es que ciertamente se necesita un reajuste salarial. Probablemente el punto neurálgico sea la proporción y el tope del salario que se favorecería de ese incremento.

Es bueno señalar que quienes excluyen el salario como un factor altamente influyente en el  desempeño de sus empresas, posiblemente están subestimando  un factor de competitividad muy importante. El salario equitativo, sobre todo en tiempos de inflación y dificultades económicas como los actuales, es un elemento de efecto social que suele influir positivamente en el desempeño general de las empresas porque, entre otras cosas, estimula entusiasmo hacia el trabajo.

Los empleadores y sindicalistas en la mesa de negociación deben esforzarse al máximo por concertar un reajuste salarial fundamentalmente realista, que tome en cuenta las dificultades de los trabajadores y las posibilidades de las empresas. Entre las partes deben mediar las mejores fórmulas de equidad.

Apagones desesperantes
Los apagones están desesperando a la población. Unas autoridades  los atribuyen a averías y otras afirman que solo afectan a los sectores que no pagan la energía. En cualquier caso, hay perjuicios económicos inmerecidos para la gente que aún pagando tiene que sufrir estas interrupciones que más bien parecen obedecer a la incapacidad del mercado ofertante para cobrar toda la energía despachada.

Aún con las alzas en los precios petroleros, el combustible para generación eléctrica disfruta de trato fiscal especial, como parte de una política oficial para disminuir los costos de la energía. Por otro lado, el Gobierno subsidia el consumo de los usuarios desde cierta capacidad hacia abajo. Con todo y ello, nuestra electricidad es de las más caras y menos eficientes. No es prudente la práctica de apagones financieros y lo que procede es una efectiva política de cobro de cada kilovatio consumido por los usuarios, sobre todo los más ricos.

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