Compitiendo en “chulerías”

Compitiendo en “chulerías”

Adornado de una singular habilidad para escribir, el abogado José Luis Taveras describió con extrema inteligencia la dramática situación del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y el clan que administra sus siglas. Un retrato a distancias que no maneja “al detalle”, el proceso de descomposición de tantos años de sacrificios y luchas, hoy al servicio de una aviesa vocación por buscar empleos, acomodar ventajas con el gobierno y agenciarse decretos para concluir en el tren oficial dilatadas carreras políticas.
El PRD de la actual coyuntura dista mucho del histórico. Antes, José Francisco Peña Gómez orientaba sus bases, conectaba la organización con la sociedad y levantaba las banderas que hacían del partido una constante fuente de vinculación entre el discurso y los avatares de la nación. Además, se podía estar en desacuerdo con su línea de acción programática, pero representaba un espacio decoroso la escuela de formación encabezada por Ivelisse Prats y/o las charlas educativas de Hugo Tolentino sobre el papel del partido azul.
El proceso de degradación de la vida partidaria adquiere categoría dantesca al analizar el partido blanco debido a que, pocas organizaciones, en el trayecto post tiranía trujillista levantaron tantas expectativas y se asociaron a las grandes jornadas de luchas, como el PRD. Por eso, su disminución constituye un acto barbárico capaz de trasladar aquella historia al desnutrido ejercicio comicial donde la “idea” central descansa en una participación-búsqueda encabezada por un personaje intelectualmente anémico, solamente orientado por el afán de conseguir ventajas económicas que le permitan vivir en la cresta del exceso.
Como el ritmo de la vida partidaria cambió, hoy no tenemos a una organización de los grandes encuentros en el puente de la 17. Ahora, las convocatorias se hacen en los restaurantes exquisitos de la urbe capitalina a ritmo del buen vino y los tragos de JB. Y entre grandes banquetes, se resoluta sobre el rol partidario, sus políticas aliancistas y la nueva modalidad “ideológica” insertada en el corazón del PRD chiquito para grandes negocios, desde hace años, cuando Vargas Maldonado “entendió” que la nueva ola de compañeros podía reorientar la visión del capitán del perredeísmo de los nuevos tiempos, haciendo del heredero de La Novia de Villa, el paladín y mesías doctrinario del partido de la esperanza nacional. Oh, Dios!
La renovación made in MVM, constituye una pieza ejemplar de la visión personalista del amo de turno. En el afán de atraer lo “nuevo”, abrieron las compuertas a un retrato perfecto del pasado en copa nueva. Así, adquirieron categoría de dirigentes singulares exponentes de una tradición familiar adicta al poder, incapaz de resistir la fuerza del presupuesto nacional y siempre listo para el comentario melcochoso frente a los presidentes. Lo dramático es que ese “producto” parece que ya no necesita al “canalizador” de la gracia actual porque hizo camino propio alrededor del jefe constitucional, consiguiendo consentimientos que se deleitan por la sonoridad del coro continuista y garantizan que el caos administrativo siga en puertos que podrían desatar escándalos futuros cuando en la Novia del Atlántico se ausculten el monto de los repartos.
En los últimos días, el debate del PRD gira sobre “dos visiones” alrededor del camino propio y adherirse a los ajetreos reeleccionistas. Ambas son “posturas” que reflejan el colapso y descomposición de sus cabezas dirigentes porque lo que se esconde detrás de esas declaraciones de prensa es la concepción de competir por chulerías ante el gobierno.

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