Complicidades

Complicidades

La semana pasada un incendio en el piso 38 de un edificio de la avenida Anacaona reveló que la torre carecía de sistema de extinción de incendios.

Los problemas de la construcción de cualquier tipo de obra se inscriben en lo que me decía mi amigo Castillito, en la Dirección de Rentas Internas en la década de 1950: el dominicano está vivo porque Dios es grande y el aire es gratis.

De entonces acá el aire se ha viciado de modo tal que con el crecimiento de las enfermedades de las vías respiratorias ahora hasta el aire cuesta.

En cuanto a Dios, basta con ver los funcionarios en misas y tedéum. Ahora  norma la vida en sociedad: el dinero, las mansiones, las casas de lujo en playas y montañas, los automóviles de altísimos precios, las residencias fuera del país, la ropa y calzado de marca exclusiva.         

Atrás quedaron envueltos en la bruma del pasado, la honradez, ganar el pan con el trabajo, respetarse a sí, no matar, no mentir, ser decente. El dinero arropa todo sentimiento que no sea demostración de avaricia, vida regalada, engañar a la humanidad y aprender a presentar una carita de yo no fui, de que no se mata una mosca.

Por supuesto, hablo de gente que se traga un niño de desayuno, lo baja con la maldad y no eructa para no gastar en tonterías.

El perfil de la ciudad de Santo Domingo cambia de manera acelerada a partir de 1965. Pasada la Guerra de Abril, los ricos abandonan Gascue hacia el noroeste de la ciudad: Naco, Piantini, Arroyo Hondo,

Mi primo Jorge Gautreau recuerda; “ya Dios no está haciendo tierra” por eso los solares son cada vez más caros en las zonas residenciales más exclusivas.

No hay tantos solares para tantos ricos, nuevos ricos, lavadores de activos, narcotraficantes, corruptos de los gobiernos, contrabandistas y evasores de impuestos, entonces, a construir torres multipisos, apartamentos tan amplios como una vivienda unifamiliar, terminación con lujosos elementos importados.

Se ponen de moda los apartamentos y los pisos son ofertados a precios que uno se pregunta ¿de dónde hay tanta gente que gana tanto dinero que puede comprar esas viviendas?

Muchas de esas torres carecen de extinguidores, de amplias y seguras escaleras contra incendios sin obstáculos y ascensores revisados periódicamente. La falta de cumplimiento de la ley de construcciones y otras vigilantes de la seguridad tiene una lista de complicidades muy larga: Obras Públicas, Ayuntamiento, Bomberos, Defensa Civil, Cruz Roja…

Después de Haití fue lo de Chile.

Ojalá que cuando llegue aquí Dios nos coja confesados. 

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