En un contexto global de adversidades para la mayoría de los países, incluyendo a los más desarrollados, una combinación de medidas monetarias y fiscales tienen colocada a la República Dominicana en índices de crecimiento de actividades productivas a junio pasado de un 5.8%, que iguala o supera las anteriores a la pandemia del coronavirus y al descalabro logístico que aún persiste asociado a la invasión de Ucrania por una Rusia de fueros imperiales.
Además de la notable recuperación de la industria turística, otros sectores, incluyendo el de las zonas francas -excelentes multiplicadoras del empleo- y el de la minería, tienen retomada la marcha ascendente que pronostica una expansión del Producto Interno Bruto de un 5.0% para el año completo y el siguiente.
El buen desempeño de la economía augura resistencia al país para capear nuevos desafíos, pues los factores que encarecen bienes de producción y consumo a nivel mundial son insuflados por una hoguera bélica cuyo final no se vislumbra y hasta cobra fuerza con retóricas amenazantes entre Rusia, Estados Unidos y China, a punto de estallar con represalias por el apoyo de Washington a Taiwán.
Un deterioro mayor del orden mundial obligaría a República Dominicana a apresurar pasos hacia la autosuficiencia en productos del agro, la eficiencia energética y del gasto presupuestal y el desarrollo de alternativas al petróleo a base de sol, viento y represas, unos caminos conocidos y de notables logros parciales.