Comportamiento de un partido de Gobierno

<p>Comportamiento de un partido de Gobierno</p>

FAUSTO MOTA GARCÍA
Existe una profunda diferencia entre el papel que debe jugar un partido político cuando se encuentra en la oposición y su rol cuando dirige el Estado. Cuando se conduce el Gobierno no es época de prometer, protestar, acosar, apabullar, no se puede perder la perspectiva del servicio, la moderación, la tolerancia y la acción productiva. Hay que concentrarse, con todos los sentidos, en esa labor tan delicada y comprometedora.

En el gobierno un partido está llamado a construir, servir, prever, concertar y coordinar grandes acciones que conlleven a administrar con los mejores y mayores niveles de idoneidad y responsabilidad las funciones que el pueblo deposita en sus manos.

Un partido con visión y misión de servir en una nación como la nuestra, debe embarcarse en grandes proyectos, que definan en su ejecución cambios sustanciales en las estructuras, que de obsoletas e infuncionales pasen a un proceso de transformación total, para que beneficien a los sectores más necesitados, que incida en una burocracia eficiente, y promueva espacios democráticos creíbles y diáfanos, que posibiliten el concurso de los diferentes sectores en procura del bienestar colectivo.

Un partido de gobierno debe ocuparse por áreas tan sensibles como la educación, la salud, zonas francas, medio ambiente, turismo, la cultura, la legislación, la economía, el servicio energético, la producción; en fin, debe abocarse a gobernar para transformar las características de subdesarrollo en que se vive. Es al partido de gobierno al cual corresponde pautar el rumbo de la concertación, y buscar fórmulas que produzcan acuerdos nacionales; por ejemplo, promover un proceso de concienciación que posibilite un pacto social, que a su vez defina políticas a corto y mediano plazo. Sólo de esa manera tendremos un proyecto de Nación, que aleje al gobierno de la rutina y el inmediatismo en la toma de decisiones.

En la oposición no se justifica, pero se perdona jugar, como se acostumbra en este país, con críticas sin fundamento y a vivir en proselitismo impenitente e insustancial, pero ya en el gobierno se espera madurez, amplia visión, gran sentido de aprovechamiento del tiempo, respeto y honorabilidad en la toma de decisiones, pulcritud, austeridad y honestidad en el manejo de los recursos, concentración y dedicación en tareas importantes del Estado, sobriedad y sentido de la oportunidad para así respetar al soberano pueblo, el cual otorga la responsabilidad y el privilegio de dirigir para servir.

No es elegante, ni inteligente cuando se dirige el Estado adelantarse y perderse en aspiraciones, que por ser extemporáneas se convierten en ambiciones que desvían la atención de las delicadas funciones que les pertenece asumir a los integrantes del equipo gobernante.

La historia reciente es rica en episodios y enseñanzas de aquellos partidos que estando en el poder han obviado su responsabilidad, se han desgarrado en luchas internas y esto les ha costado dos cosas fundamentales: No hacer un buen gobierno y en consecuencia perder el poder político y la dirección del Estado. Pero parece tomar vigor y validez cada vez más la expresión del pueblo de “que nadie aprende en cabeza ajena”, los errores se repiten con insólita inobservancia a los hechos acaecidos.

Un partido en el gobierno debe saber que la más efectiva y convincente campaña proselitista que puede hacer es llevar a cabo una buena ejecutoria para sustentar su discurso en la expresión bíblica de que “por sus frutos os conoceréis”. Aprovechar el tiempo para producir las transformaciones democráticas, progresistas y futuristas que conduzcan a menor índice de inequidad y exclusión social, porque el pueblo no es tonto, él pasa su balance, toma sus decisiones y elige sin tapujos a quienes merecen dirigirlo.

En atención a la sabia expresión popular de que “quien tropieza y no se cae adelanta un paso” se espera en los líderes que, tengan percances, tropiezos y también que puedan dar un oportuno y agudo vistazo a los sucesos más aleccionadores de nuestra historia reciente, para que la reflexión los conlleve a diferenciar con claridad meridiana el papel protagónico que está llamado a jugar un partido en el gobierno que se respete y que al mismo tiempo, respete al pueblo que le dio la oportunidad de gobernarlo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas