Comprar vivienda en RD puede convertirse en una pesadilla

Comprar vivienda en RD puede convertirse en una pesadilla

Toda familia, no importa su posición económica, sueña algún día tener su vivienda propia, aunque en este país la realización de esta aspiración implica atravesar un proceso de cierta complejidad, que bien podría convertirse en ocasiones en una verdadera pesadilla.

Este proceso no viene necesariamente asociado a la capacidad de pago, ni a la posibilidad de obtención los recursos del adelanto, ni del financiamiento por parte del adquiriente, sino más bien por una serie de amenazas que asechan en cada vuelta del camino que conspiran contra sus planes.

La senda está llena de trampas disimuladas, donde los trucos y estafas están a la orden del día y lo peor de todo es la falta de una información confiable y responsable, pues no existe una protección efectiva por parte de las instituciones del Estado, ni de las aseguradoras privadas, ni de la banca hipotecaria; los gremios de constructores se muestran indiferentes y ni la justicia está para ayudarles.

Hay muchas promociones de viviendas en los periódicos y vallas por doquier que anuncian proyectos. Las ferias suelen ser un poco más seguras porque patrocinan proyectos con su financiamiento aprobado.

Cuando se le adelanta dinero a un promotor que exhibe un letrero mientras excava los cimientos, hay la probabilidad de que se pierda el dinero que se le entrega, que la construcción se paralice o que, en el mejor de los casos, le devuelvan al adquirente el dinero devaluado luego de un par de años de incertidumbre, tras un acuerdo extrajudicial con la excusa de que el proyecto había fracasado.

Casi nunca, se sabe a ciencia cierta, aun cuando se tenga el apartamento asignado, cuál o cuáles son los estacionamientos que le corresponden. La excusa es que están haciendo los estatutos y que hasta tanto no pueden ser asignados.

En ocasiones, los estacionamientos que el vendedor le ha mostrado como suyos al adquirente, al final no existen por una modificación imprevista y no le queda otra alternativa que aceptar otro con salida en reversa hacia una calle taponada, salida en retroceso o uno detrás de otro.

Por lo regular, el plazo de entrega no se cumple, pero el contrato firmado impide que se pueda recuperar el adelanto. Aunque el contrato pueda servir para hacer validar el reclamo del adquiriente, este se debate en la disyuntiva de seguir pagando o demandar al promotor para que le devuelva el dinero, lo cual si ocurre, será cuando ya no le queden al promotor más apartamentos por vender y sus derechos puedan ser traspasados a otro adquiriente

Es frecuente que al llegar el momento de la terminación el promotor está bien enliado con los bancos, no haya podido vender una buena parte de las viviendas y no le quede dinero para las terminaciones. Si se trata de apartamentos de clase media, aún le faltan las puertas, los baños y la instalación eléctrica.

Debido a que el dinero escasea, todos los materiales y equipos que se instalan de ahí en adelante suelen ser de tercera calidad y sin apego a las normas.

La inversión en los cables es muy costosa, por lo que muchas veces los constructores desaprensivos o los contratistas y chiriperos que utilizan para realizar estas instalaciones, emplean cables viejos, con empates en el interior de las tuberías o cables nuevos pero de un calibre inferior al aprobado. Cuando la construcción es de muchos niveles o son muchos apartamentos, se necesita un sistema de presión constante alimentado por varias bombas o por lo menos dos bombas que se alternen de manera automática.

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