El conjunto urbano que son el Distrito Nacional y municipios adyacentes constituyen un mismo mundo, complicado y caótico, con manifestaciones de modernidad y atraso. Con peligrosa infuncionalidad en el tránsito. Con amenazas a la salud por insalubridad, con un subsuelo repleto de aguas negras por falta de alcantarillado sanitario, rachas de acumulación de basura y usos desnaturalizados a los espacios públicos; con delincuentes al acecho y una alta proporción de jóvenes que no van a la escuela ni trabajan. Con un polígono a lo Miami en contraste con arrabales céntricos y periféricos. De repente, la campaña electoral llega con promesas de soluciones maravillas. Venderse como poseedor de una varita mágica es fácil.
El gran Santo Domingo tiene que superar muchos males que deben enfocarse sin limitarse a lo municipal y asumiendo una visión de conjunto para esta sede de los poderes nacionales y asiento de un tercio de la población nacional; con dinamismo económico y concentraciones humanas que superan a las demás de la geografía. El Gobierno Central hace considerables inversiones para mejorar la calidad de vida de los habitantes pero la preservación y continuidad de sus ejecutorias requieren el complemento de las gestiones locales bajo compromiso multipartidario de articular planes y ejecutorias con sentido de amplitud y que el Estado dedique mayores inversiones al desarrollo urbanístico.

Novedades en el régimen penal 

La opción de “libertad a medias” que ha ganado relieve gracias a una convicta prominente, se revela estos días como una posibilidad para muchos otros reos que no logran estar bajo el foco de atención de los medios y crónicas de espectáculos. Las cárceles dominicanas están muy congestionadas, incluso con miles de personas que no son culpables ni inocentes. Esperan que los jueces decidan.
A través de juicios abreviados para casos judiciales simples contemplados por la ley, el hacinamiento se reduciría; al tiempo de escoger a personas del montón privadas de libertad y más de la mitad de su pena cumplida, habiendo mostrado buena conducta y signos de arrepentimiento, a las que se pueda permitir una reinserción parcial y vigilada a la sociedad hasta que llegue la fecha de su plena excarcelación.