Compromiso olvidado

Compromiso olvidado

Los políticos, desde sus plataformas de campaña, suelen comprometerse a dedicarle atención prioritaria a la educación, invocando para sustentar su compromiso la función progresista que le corresponde a la debida preparación de la gente.

En la práctica, sin embargo, las partidas presupuestarias más susceptibles de ser manipuladas y sacrificadas, sin precisamente aquellas que están destinadas a sustentar y ampliar los alcances de la enseñanza.

El presupuesto para el presente año refleja mucha de esa discordancia entre el compromiso endosado en el discurso político y la práctica al momento de asignar recursos económicos y de otras índoles para mejorar la enseñanza.

Una observación en este sentido la hizo, con toda propiedad, el rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Roberto Reyna, en su discurso con motivo de la más reciente investidura de profesionales efectuada por el Centro Universitario Regional del Suroeste, con sede en San  Juan de la Maguana.

Ciertamente, la falta al compromiso de atender los requerimientos del país en materia de educación constituye el caldo de cultivo para el atraso que caracteriza la vida de nuestros pueblos, que viven anclados en el subdesarrollo sin lograr superar necesidades económicas y sociales en base a la capacitación adecuada y continuada de la gente.

-II-

En nuestro país parece ser un signo de progreso el hecho de que tengamos acceso a las últimas novedades tecnológicas, en las que hay que incluir los medios de informática y telecomunicaciones.

Sin embargo, la relación de nuestra población con esos avances surge en función de demanda inducida por el comercio a través de agresivas campañas de mercadeo, y no porque así lo imponga el conocimiento previo de las tecnologías.

Por esa causa es que muchas empresas de alta tecnología tienen grandes reservas para invertir en estos países, pues la formación de personal calificado anda siempre retrasada, huérfana de respaldo de políticas de Estado específicamente diseñadas para ello.

Los centros de enseñanza superior forman aquí profesionales sin que esto responda a una planificación nacional en base a la oferta y demanda de capacidades. Nadie se encarga de llevar cuenta de cuántos técnicos y profesionales requerimos en determinado momento y cuándo la oferta de las instituciones académicas satura la demanda.

Definitivamente, hay que planificar un mercado de oportunidades debidamente organizado, de manera que la inversión en educación sea la adecuada en el momento preciso.

El porvenir es más promisorio para aquellos países que planifican la formación de profesionales en base a las demandas presentes y para el futuro cercano por parte del mercado, pues se minimiza así el riesgo de que una sobreoferta de mano de obra calificada induzca subocupación o desplazamiento de fuerza de trabajo. Educación es garantía de progreso, no lo olvidemos.

En esta ocasión pecaríamos de injustos si dejáramos de reconocer que el gobierno central invierte más de RD$1,000 millones en la remodelación de viejas edificaciones de la UASD, construcción de nuevos edificios para dar funcionabilidad a esa casa de estudios y la modernización constante de la que es calificada la mejor biblioteca universitaria del área del Caribe.

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