Hace ya tres artículos, habíamos prometido continuar con el tema del sida y la publicidad que se ha hecho contra él. Ahora lo haremos, analizando la publicidad más reciente que se ha hecho en nuestro país contra esa pandemia.
(Antes de entrar en ella, sea dicho de paso que los organismos políticos, religiosos, empresariales, culturales y de otras áreas no muestran suficiente preocupación sobre la diseminación del sida en el país. Lo digo tomando en cuenta que la cada vez más numerosa población haitiana que entra al país es seguro que debe de traer mucho sida, debido a que son muy altos los índices de la enfermedad en la vecina república. De hecho, según me han informado, ya alrededor del 25 al 30 porciento del presupuesto de nuestra Secretaría de Salud Pública se va en atenciones médicas a ciudadanos de ese país. Y que conste que no tenemos prejuicio racial, social, cultural ni de ninguna otra especie contra Haití ni los haitianos. Simplemente es una preocupación como ciudadano dominicano interesado en que nuetro país pueda avanzar con la rapidez que exige esta época hacia el desarrollo económico, social, cultural, etc., sin que sea detenido por el hecho de cargar con los problemas de otras naciones. Lo cual no significa que no vayamos a ser solidarios con las necesidades de los países hermanos.)
Esta última campaña, como decíamos, muestra un muchacho y en otros casos a una joven radiante, sano, sonriente, alegre, lleno de vida. Acompañado de un mensaje donde habla de que él aunque se vea así, tiene sida, y contagió a su novia, la cual narra la historia.
El primer defecto del mensaje es que luce hasta un poco irónico que se refiera al joven de esa forma tranquila y sin emociones para decir que no obstante su aparente salud tiene sida. Porque si es así, el asunto no es para decirlo sin que esto constituya algo dramático, preocupante, doloroso. Y mucho más debe serlo para quien lo narra, si se supone que fue contagiada de una enfermedad mortal, de la cual hasta ahora no se ha encontrado solución médica.
El otro aspecto negativo es el hecho de que si el mensaje fuera a hacer efecto en el televidente o el que mira las vallas en la calle, sería el de terror ante todo el que se acerca a enamorar a una muchacha. Pues si la ve sana puede pensar que tiene sida y alejarse lleno de terror. Esta reacción que no es la que debiera buscar una campaña contra el mal se supone que es el propósito del mensaje, aunque no lo consigue por carecer de fuerza comunicacional.
El tercer elemento negativo es el de pedirle a las personas que usen condones hasta con su pareja. Esto crea una especie de paranoia que haría problemática prácticamente todas las relaciones amorosas o sexuales.
Nuestra opinión general sobre esta campaña es la de que está mal focalizada, no desde el punto de vista estrictamente publicitario y de realización de las vías de ejecución que están correctamente diseñadas las vallas y producidos los spots de televiosión sino mercadológicamente, estratégicamente. El problema principal es el criterio con que se elaboró que no parte de una comprensión del problema y su complejidad.
Insistimos en la necesidad de segmentar el mensaje contra el sida, tal como terminábamos el otro artículo que escribiéramos sobre el tema. Dirigir un grupo de mensajes a los adultos, adecuados a su naturaleza. Dirigir otros a los jóvenes que lindan la frontera con los adultos. Otros a los adolescentes y finalmente, a los niños. Cada público de estos requiere un tipo de mensaje adecuado a su psicología, a sus intereses, a sus experiencias, a su desarrollo biológico y mental, y a la etapa de desarrollo de su vida sexual.
Igualmente hay que tomar en cuenta que es mejor recomendar el sexo responsable como primera meta a conseguir, y el uso del condón como solución provisional para los que aún no logran controlar sus impulsos, y no el condón como panacea sexual, cuando se sabe que no es del todo seguro. Además de que las relaciones sexuales bien entendidas no se circunscriben a la penetración, que es lo único de lo que preserva el condón.
Requerimos una campaña contra el sida para cada uno, y no una para todos.