Comunicación de marketing

Comunicación de marketing

En mi artículo anterior prometí que hoy hablaría en detalles sobre la última campaña que se ha lanzado en nuestro país contra el sida. Y luego he visto otra que han hecho jóvenes dominicanos y haitianos contra el mal. También digna de análisis. Pero hay otro tema que no quiero dejar pasar sin comentarlo ahora, pues si lo postergo, no tendrá el peso que deseo tenga en la mente de los lectores. Y quiero que reflexionen bien sobre ellos.

Son dos hechos que aparentemente no tienen ligazón ni tienen que ver con mercadeo ni publicidad. Se trata de que este fin de semana he estado en un panel sobre los intelectuales y el poder, organizado por la Universidad Apec, a cargo de Guillermo Piña Contreras. El otro: que Michael Jackson, la admirable estrella del pop tanto en la vocalización como en la danza se ha visto en problemas con la policía debido a sus supuestas o reales extrañas costumbres en el trato íntimo con los niños.

¿Qué relación tiene un panel sobre intelectuales y poder con un sometimiento a la justicia de un artista famoso por asuntos sexuales? ¿Y qué tiene que ver con publicidad y mercadeo? Pues mucho, porque en mi participación en ese panel planteaba que a los intelectuales no hay más que aplicarles las mismas reglas de ética que se les exigen a las personas comunes y corrientes y no digo ciudadano, porque también debe exigírsele buena conducta a los que no tienen edad de ser ciudadanos . Sólo que a los intelectuales, por ser personalidades reconocidas, que pueden escribir en los periódicos o dar declaraciones y hacer exposiciones o conferencias cuyos juicios influyen profundamente sobre los demás, por eso, debe exigírseles lo mismo, pero con una multiplicación en la intensidad de la exigencia.

Lo mismo pasa con los artistas famosos y otras personalidades cuya vida, conducta, arte u opiniones tienen tanta fuerza sobre las multitudes que si cometen un delito, éste se multiplica en sus efectos de tal forma que puede convertirse en un multidelito. Pues sólo el hecho de que Michael Jackson haga algo, genera que una cantidad inmensa de fans repitan y repitan lo mismo. Y ya la palabra fans lo desnuda todo. Fans viene de fanático, de fanatismo, que no es más que la persona que sigue ciegamente algo, que sigue algo de forma irracional y con una fe que no acepta discusión ni cuestionamiento. Pues así sigue la gente a los intelectuales y a los famosos en general.

Ello tiene que ver con mercadeo y publicidad porque podríamos decir que cuando un famoso, una autoridad psicológica de la sociedad como son ellos, muestra una conducta dañina pedofilia, homosexualismo, drogas, cigarrillismo, alcoholismo, vulgaridad, violación, palabras indecentes, etc. esta conducta hace el mismo efecto que haría si fuese contratado para hacer un comercial para un producto. La Pepsi contrató a Madonna o Shakira o Cocacola contrató a Michael Jackson para que las recomendaran debido a que sus propietarios sabían que la gente repetiría sus conductas. Es decir, sus personalidades mercadearon el producto. Del mismo modo, cuando ellos tienen una desconducta o muetran practicar un vicio, mercadean y multiplican la práctica de ese vicio.

Por ello, el castigo para ellos que disponga la sociedad, debe ser multiplicado. Debe existir una legislación especial para personalidades, de modo que los castigue mucho más que a un anónimo que cometa el mismo delito. Porque a ese anónimo son muy pocos o ninguno quienes lo copiarían, lo repetirían. Son de los fenómenos mercadológicos que la sociedad debe tomar en cuenta y a los que necesita aplicar las mismas reglas generales del mercadeo, y tomar las medidas restrictivas de lugar, con la intensidad que corresponde aplicar al intelectual, por su peso en la sociedad lo mismo que a los demás famosos.

Hasta el martes.

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