COMUNICACIÓN DE MARKETING
¿De lo de Gilberto Gil, que aplica aquí?

COMUNICACIÓN DE MARKETING <BR>¿De lo de Gilberto Gil, que aplica aquí?

JUAN FREDDY ARMANDO
A propósito del marketing cultural, es valioso entender que en este caso se aplica el principio de que cada producto se debe y corresponde a un mercado, pero deja experiencias aplicables en casos parecidos. De ahí que los juicios sobre otras plazas deban tomarse en cuenta para analizar la nuestra. Es la razón por la que publicamos a continuación un fragmento del discurso pronunciado por el gran compositor y cantante Gilberto Gil – traducido al español por Tania Barberán- al asumir como ministro de cultura de Brasil.

«No le toca al Estado hacer cultura, mas sí crear las condiciones de acceso universal a los bienes simbólicos. No le toca al Estado hacer cultura, mas sí proporcionar las condiciones necesarias para la creación y la producción de los bienes culturales, sean estos artefactos o mentefactos. No le toca al Estado hacer cultura, mas sí promover el desarrollo cultural general de la sociedad. Porque el acceso a la cultura es un derecho básico de la ciudadanía, así como el derecho a la educación, la salud, la vida en un medio ambiente saludable. Porque, al dar las condiciones de creación y producción estaremos tomando una iniciativa de consecuencias imprevisibles, incluso brillantes y profundas, ya que la creatividad popular brasileña, desde los primeros tiempos coloniales hasta hoy, fue siempre mucho más allá de lo que permitían las condiciones educativas, sociales y económicas de nuestra existencia. En verdad, el Estado nunca ha estado a la altura del hacer de nuestro pueblo en las más variadas ramas del gran árbol de la creación simbólica brasileña.

Por lo tanto, es preciso ser humildes. Pero, al mismo tiempo, el Estado no debe dejar de actuar. No debe optar por la omisión. No debe quitar de sus hombros la responsabilidad de la formulación y la ejecución de políticas públicas, apostando todas sus fichas en mecanismos fiscales y así entregar la política cultural a los vientos, al carácter, a los caprichos del Dios-mercado. Es claro que las leyes y los mecanismos de incentivos fiscales son muy importantes. Pero el mercado no es todo. No lo será nunca. Sabemos muy bien que en materia de cultura, así como en salud y educación, es necesario examinar y corregir las distorsiones inherentes a la lógica del mercado que siempre es regida, como bien se sabe, por la ley del más fuerte. Sabemos que en muchos casos es preciso ir más allá del inmediatismo, de una visión de corto alcance, estrecha, insuficiente, así como de la ignorancia de los agentes mercadotécnicos. Sabemos que es necesario suplir nuestras grandes carencias fundamentales.

El Ministerio no puede, por lo tanto, ser solamente un arca de riquezas para una clientela preferencial. Tengo, entonces, que hacer una excepción: no le toca al Estado hacer cultura, a no ser en un sentido muy específico e inevitable. En el sentido de que formular políticas públicas para la cultura es, también, producir cultura. En el sentido de que toda política cultural hace parte de la cultura política de una sociedad y de un pueblo, en un determinado momento de su existencia. En el sentido de que toda política cultural no puede dejar nunca de expresar aspectos esenciales de la cultura de ese mismo pueblo. Y también, en el sentido de que es preciso intervenir. Sin seguir el viejo modelo estatizante, sino para aclarar caminos, abrir claros, estimular, proteger. Para hacer una especie de «do-in» antropológico, masajeando puntos vitales, que han permanecido despreciados o adormecidos del cuerpo cultural del país.

En fin, para avivar lo viejo y atizar lo nuevo. Porque la cultura brasileña no puede ser pensada fuera de ese juego, de esa dialéctica permanente entre la tradición y la invención, en una encrucijada de matrices milenarias e informaciones y tecnologías de punta. Por tanto, no se trata solamente de expresar, reflejar, mirarse en el espejo. Las políticas públicas para la cultura deben ser encaradas, también, como intervenciones, como avenidas reales o vecinales, como caminos necesarios, como atajos urgentes. En conclusión, como intervenciones creativas en el campo de lo real, histórico y social. De ahí que la política cultural de este Ministerio, la política cultural del gobierno de Lula, a partir de este momento, de este instante, pasa a ser vista como parte del proyecto general de construcción de una nueva concepción de nuestro país. Como parte de un proyecto general de construcción de una nación realmente democrática, plural y tolerante. Como parte y esencia de un proyecto consistente y creativo de radicalidad social. Como parte y esencia de la construcción de un Brasil de todos.»
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Asesor de Marketing y creativo 

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