COMUNICACIÓN DE MARKETING

COMUNICACIÓN DE MARKETING

¿Cuál de los sistemas socioeconómicos que ha probado la humanidad es mejor? ¿La caótica democracia del comunismo primitivo, las tiranía del socialismo primitivo, el terrible esclavismo, el ladrón feudalismo, el mordaz capitalismo o el totalitarismo socialista en decadencia? La respuesta está en saber cuál estimula más la libertad, el pan y el crecimiento espiritual y material del ser humano. He llegado a la conclusión de que el mejor es lo que los sociólogos modernos han llamado capitalismo social. En él, el sistema capitalista toma del viejo socialismo su parte humana el interés por el bienestar colectivo sumada a la libertad que mueve las mentes a crear y cambiar constantemente más el interés individual por escalar y superarse. De ahí viene lo que llamamos el mercadeo social y el moderno marketing de las naciones. Siguiendo esa línea he escrito hace ya unos 6 meses una serie de artículos sobre la ética del mercadeo, el comercio y la publicidad.

Y parte de eso es lo que enfocaba en el artículo anterior con el caso Michael Jackson sobre el castigo especial, mayor que el aplicable al común de los mortales, cuando una personalidad conocida es quien delinque. Lo cual entra en el mercadeo social de que hablo arriba. Ese personaje recibe de la sociedad el favor de la simpatía de la gente, del fanatismo de muchos, del cual le resultan grandes beneficios económicos, poder, etc.

Entonces, lo justo es que devuelva a la sociedad una fracción de eso con una conducta ejemplar que coadyuve a cristalizar los más altos fines morales de esa sociedad.

Creo que los artistas famosos, las grandes compañías, las marcas de mayor éxito deberían estar obligadas por la ley a devolver una parte considerable de esos beneficios a la sociedad, a través de la obligatoriedad a participar en el desarrollo cultural, educativo, etc. de la misma. Pero no como lo hacen actualmente, que es como un gesto de caridad, como una colaboración en la que ellas aparecen como bondadosas y explotando una imagen institucional o de marca.

Porque en eso deben hacer lo mismo que con sus trabajadores que laboran en ellas, que les otorgan un pago como redituación a sus labores diarias a favor de dicha empresa más unos beneficios adicionales. De modo que así como ellas les pagan a sus trabajadores por el trabajo que realizan, deberían estar obligadas a pagarles a sus consumidores por el favor que les hacen al consumir masivamente sus productos.

Y este pago no debe ser a través de rebajarles el producto, brindarles espectáculos o donar cierta cantidad de dinero o patrocinar tales o cuales eventos de interés y servicio social, sino que debe existir una legislación que los haga devolver parte de sus ganancias a sus consumidores a través de entregar cantidades especiales dedicadas a promover los valores morales, culturales, de salud, etc.

Lo mismo pienso que debe hacerse con las personalidades, que son como empresas individuales.

Alguna gente me argumentará que ya eso está incluido en el pago de impuestos que realizan sistemáticamente al Estado, pero no es así porque el impuesto les reconoce un trato igualitario y proporcional al de cualquier empresa o producto o personalidad. Sin embargo, la corriente de beneficio que les genera el fanatismo de la gente a su favor debe ser compensado con una proporción especial correspondiente a los especialísimos márgenes de beneficio que les generan sus fans. Lo cual a su vez evitará las riqueza excesiva, tan negativa como la pobreza excesiva.

Y lo que propongo no es una penalización del éxito, sino todo lo contrario. Porque esa superación cultural del consumidor, hará que los empresarios, empresas y personalidades artísticas, científicas y técnicas mejoren cada vez más sus productos y su conducta aparte del bienestar espiritual que obtendrán de vivir en una sociedad mejor.

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