Comunicación telefónica e imaginación

Comunicación telefónica e imaginación

Mientras conversábamos, mi amigo lucía un rostro triste, y su voz se escuchaba con tono débil.     -Debido a mi condición de comerciante, realizo frecuentes llamadas telefónicas a mis suplidores, y como es harto sabido, uno le pone cara, color de piel y cuerpo, a las personas cuya voz escuchamos a través de esa vía de comunicación.

-¿Y entonces?-inquirí, al ver que permanecía silencioso tras pronunciar esas palabras.

-Pues te diré que cuando llamaba a una de esas empresas para realizar pedidos, resultaba chocante para mí oír la de la recepcionista, excesivamente aguda y quejumbrosa, por lo que la imaginé de baja estatura, flaca, y de piel color blanco pálido- respondió, agachando la cabeza, como si le hubieran aplicado un cocotazo en el occipital.

-Pero cuál no sería mi sorpresa, al conocerla personalmente cuando visité la industria donde laboraba-añadió- Lo que tuve ante mí era una hembra de tal atractivo, que confieso que me puso al borde del desmayo. En lugar de la mujer casi enana que grabé en mi mente, allí estaba una joven de estatura un poco más elevada que la normal en féminas criollas.

-¿De piel desteñida, como la vislumbraste?- pregunté, ya interesado en el tema.

-No, esa hembrota luce una bellísima piel canela, y un cuerpo llenito, pero casi desprovisto de barriga, de lo que se infiere que asiste regularmente a algún gimnasio. ¡Ay, yo no tengo suerte en la vida!-exclamó, elevando los brazos.

-Si lo dices, es porque algo malo te sucedió con esa tipa- dije, esperando su respuesta, que tardó en llegar.

-Bueno, hay algo de eso. Resulta que al verla comencé a galantearla, y cuando noté que mis frases elogiosas la halagaban, le pregunté si tenía esposo, o novio; al responder que no, la invité a cenar en un restaurante caro, y se negó, señalando que solamente lo hacía con hombres que la atrajeran.

-Con esas palabras puso de manifiesto que no le gustabas- afirmé, sinceramente apenado, al comprobar que lo de mi interlocutor había sido amor a primera vista.

-Lo peor fue que describió el tipo de macho que le encantaba: alto, robusto, mulato, de pelo crespo; y tuve ganas de caerle a mordidas a todos los aparatos telefónicos, por embusteros.

Celebré con carcajadas sus últimas palabras, pero mi amigo, bajito, delgado, blanco y de pelo lacio, continuó con su cara triste.

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