Comunidad de intereses

Comunidad de intereses

El solo hecho de compartir una isla crea entre la República Dominicana y Haití una comunidad de intereses difíciles de soslayar y manejar de manera individual por cada Estado.

El primero y más contundente ingrediente que obliga a una visión bilateral y de reciprocidad es el de las desigualdades sociales y económicas que obligan a un flujo migratorio cuasi unidireccional.

Para el haitiano común, la relativa bonanza económica y el progreso al otro lado de la frontera son un atractivo irresistible, la panacea de bienestar más al alcance.

Esas mismas desigualdades se traducen en debilidad institucional y, por tanto, en medio propicio para fomentar tráfico ilegal de indocumentados, armas y drogas, con complicidades a ambos lados de la divisoria.

Por el hecho mismo de que la transferencia es virtualmente unidireccional, los perjuicios más graves son para el país recipiente, en este caso la República Dominicana.

– II –

Por esas razones históricas tiene gran relevancia que en estos momentos exista del lado haitiano un interlocutor con la visión que tiene el Presidente René Prèval, quien en estos días visita la República Dominicana en asuntos de Estado.

Su criterio de que la República Dominicana y Haití deben trabajar juntos por el desarrollo es una premisa de gran valor en el interés por enfrentar y resolver de manera bilateral los problemas comunes, desde el tráfico ilícito de humanos, armas y drogas hasta el intercambio comercial informal, y desde los proyectos comunes en materia de producción e infraestructura hasta la cooperación en materias como educación, salud y servicios públicos generales.

La visita de Prèval al país y su participación en la cumbre antinarcóticos debería marcar el punto de partida hacia una reactivación de la comisión bilateral que logró algunos avances en materias de interés común.

En ambos países hay buena atmósfera y la interlocución más idónea para reanudar estos diálogos con la más firme vocación de sacarle provecho recíproco.

Sin erosión para la soberanía de uno y otro Estado, los intereses de ambos siempre habrán de ser, de alguna manera, recíprocos, complementarios o vinculantes, como es, del mismo modo, la necesidad de que sus gobiernos compartan la responsabilidad de afrontarlos de modo común.

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