Comunidades cercanas a la presa de Valdesia piden ser reubicadas

Comunidades cercanas a la presa de Valdesia piden ser reubicadas

Baní, Peravia. Las comunidades de Semana Santa, Boca de Maná, El Maizal, Las Barías y El Hatillo de Las provincias Peravia y San Cristóbal, que son constantemente asediadas por las aguas del río Nizao, pidieron ayer a las autoridades ser reubicados a un lugar seguro, para dar fin a la zozobra en que viven.

La madrugada de ayer, las más de 150 familias que habitan la zona vivieron momentos de terror al ser tardíamente desalojados, por representantes de la Defensa Civil y de la Policía Nacional, con el anuncio de que la presa de Valdesia comenzó a verter sus aguas.

La alarma sembró pánico entre los moradores que pasaron la noche en vela ya que excedían la capacidad de los refugios a  que fueron trasladados.

Andrés Arias, de 58 años de edad y con  30 residiendo en El Maizal, lamentó que la comunicación que dijo debe existir entre la comunidad y los administradores de la Central Hidroeléctrica de Valdesia, ubicada a unos 3 kilómetros del poblado, se ha deteriorado en  los últimos  dos años, por lo que no tienen sistema de alerta temprana.

Vitalina Antonio, de 64 años, es otra de las residentes del área que ayer en la tarde hacía los quehaceres del hogar luego de pasar una larga noche.

“Mire vale yo no quiero ni decirle, a nosotro` no llevan` pa` una casa y si mi ranchito tenía agua esa tenía más y no cabíamos”, contó la mujer que retomaba las labores del hogar. “El único amparo de nosotros fue que el sargento de la hidroeléctrica nos sacó de ahí, sino hubiéramos amanecío sentao”, dijo.

No hay agua para sembrar
Pedro Lluberes, residente en Semana Santa, dijo que allí viven una “situación de calamidad” desde que el año pasado las lluvias de la tormenta Noel destruyera el canal de regadío.

“Aquí uno vive de lo conuco y  si no hay agua para mantenerlo no se puede hace’ na”, se quejó. Los caminos que conducen a esta localidad están siendo desgastados por el río Nizao.

Río se traga loma
En Boca de Maná los residentes claman al unísono el peligro en que viven, ya que la  crecida del río Nizao, con cada lluvia arrastra un poco más de la loma en que se hay decenas de viviendas de esta comunidad. Hay siete casas que han sido arrastradas.

Siguen en peligro
Las 47 familias que quedaron damnificadas el año pasado en la comunidad Las Barías de Baní, todavía viven en las casuchas de hojalata y tablas que construyeron de manera provisional, mientras se aleja  la promesa de vivir en un lugar seguro. 

En marzo pasado, el gobernador de esta provincia, Bienvenido Montero, entregó un solar de 16 tareas que costó RD$240 mil y donde supuestamente se construirían 47 casitas de blocks y techos de zinc. El proyecto fue asumido por la iglesia católica que construye en los terrenos apenas 20 casitas, en que no cabe una familia de cuatro personas, hechas con pino y zinc.

El proyecto de casas, que todavía no está habitado, ya está incomunicada porque la única entrada es a través del caudaloso arroyo Mingo, que no deja cruzar.

Cuando el refugio es una  escuela

Desde el domingo pasado, los es posos Juan Villar y Deyanira González y sus dos hijos dejaron atrás su peligrosa vivienda de Boca de Mana en San Cristóbal para habitar el recinto de la escuela de la comunidad junto a otras 12 familias.

“No tenemos donde ir”, afirmó Villar mientras tomaba una silla invitando a reporteros de HOY a tomar asiento a la entrada del séptimo curso, con  cortesía hogareña.

En el interior del aula, una bachata de fondo invitaba a la sala, donde cortinas improvisadas dividían una cocina y la habitación.

La historia de los esposos habla de pérdida de sus tierras de siembra y poco a poco de su casa, por obra del embrabecido río Nizao, que poco a poco  se tragaba la loma.

Deyanira permanece callada, pero secunda a su marido con la mirada cuando narra el sueño perdido y los malestares de sacar y entrar sus pertenencias repetidas veces con cada lluvia.

Miriam Leonor González, otra de las personas que reciben refugio en el centro educativo, pide a las autoridades locales buscar un sitio donde ubicarlos, ya que, como ella misma reconoce, no se puede seguir interrumpiendo la docencia.

A la puerta de un tercer curso de primaria, González se mostró atenta mientras espantaba las gallinas que también habitan el lugar.

 El llamado para el  regreso a clases fue hecho para hoy aunque estas personas todavía no saben dónde serán trasladados.

Las claves

1. Paso de Ike

Desde el paso de la tormenta Hanna, antes de la llegada de Ike, en Peravia y San Cristóbal se han reportado fuertes  aguaceros, por lo que los suelos están saturados.

2. Alerta Roja

Los organismos de emergencia han continuado la alerta roja para ambas provincias, Peravia y San Cristóbal, tras pronosticar que tras las lluvias que trajo el huracán Ike ahora serían afectadas por la onda tropical que desde ayer incide sobre territorio nacional.

3. Vulnerabilidad

Además de la riqueza natural, estas comunidades comparten el grave estado de vulnerabilidad por la cercanía con el río Nizao.

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