Con el enemigo adentro: Desarrollo humano y ambiental

Con el enemigo adentro: Desarrollo humano y ambiental

Con el permiso oficial de la Dirección de Protección Ambiental, del Ministerio de Medio Ambiente,  el de la Dirección General de Desarrollo Humano del ADN, y el patrocinio de una prestigiosa empresa que, precisamente, defiende los valores humanos y es abanderada de la defensa del medio ambiente, se han estado celebrando eventos de difícil calificación “artística”, ya que se trata de bandas de pretendidos músicos, que emiten ruidos, más bien resabios rítmicos, mientras un grupo de (solamente) varones, bailan o forcejean en frente de un público de adolescentes estrafalariamente vestidos, mayormente de negro; beben alcohol a pico de botella en lugares en donde la ley no lo permite, en tanto unos “vocalizadores” emiten sonidos guturales que pretenderían imitar voces de ultra tumba, y otros lanzan alaridos y declaran frases que, por ser bizarras o demenciales, se diría que son consignas diabólicas, aunque se conoce que el diablo es mejor músico y más inteligente que estos diletantes infernales.

Mientras tanto, el lugar público objeto de este asedio se vuelve insoportable para los habituales visitantes, padres con sus hijos, a quienes además se les dice frescamente: “esta actividad no es para familias”.  El vecindario es el más abusado por los altísimos decibeles y las horas hasta las que se prolongan estos desmanes de turbero-empresarios que hacen negocio de la atracción de docenas de jovenzuelos que consumen cosas (¿?);  y del pago que los patrocinadores les hacen, tal vez sin saber qué cosa le están llevando a la juventud en su nombre, y a cuáles espectáculos se está asociando su marca. La parte más triste y lamentable consiste en que el citado espectáculo cuenta con el apoyo de entidades de la Secretaría de Medio Ambiente, del Departamento de Desarrollo Humano del Honorable  Ayuntamiento del Distrito Nacional, y son acompañados por un escuadrón de la Policía Nacional de unos 30 efectivos, comandados por un oficial de alta graduación, una fuerza de seguridad digna de mejor tarea que cuidar a facinerosos que como saldo de su actividad dejan destrozos y basuras por todo el parque o espacio público hollado.

No es de dudarse que los “promotores” procuren patrocinio de firmas de gran prestigio, tras lo cual, las autoridades se comportan excesivamente complacientes, porque de esas empresas se trata. En Santiago, cuando un vividor quería montar una bulla en un lugar prohibido, tan solo tenía que decir que esa actividad era patrocinada por “La Tabacalera”. Esos permisos y patrocinios para actividades que niegan valores y buenas costumbres, y dañan el medioambiente, no se justifican desde ningún punto de vista. Apostaría a que los dueños de esas firmas  patrocinadoras no saben bien de qué se trata el asunto.

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