Con el marxismo no se juega

Con el marxismo no se juega

Hace ya muchos años un Papa calificó al Marxismo como doctrina “intrínsecamente perversa”. Esta definición del Papa, cuyo nombre me van a perdonar, (creo que Pío IX) ocurrió mucho antes de los crímenes de Stalin.
Quien mató millones de personas y también a muchos de sus amigos y compañeros de lucha. Esto ultimo y buena parte de lo primero, hizo también su imitador Fidel Castro.
Sí, con el marxismo y con los marxistas no se juega. Esto lo están aprendiendo ahora muchos en Nicaragua, en Venezuela, en Bolivia, en Colombia también. Y me atrevo a agregar, con cierto miedo, en Santo Domingo. Allí el asunto ha traído menos muertos. Mucho menos muertos, comparado con los muchos miles de los “artistas” antes citados, los recientes varios cientos de Daniel Ortega. Y los nunca bien contados en ciudades y campos de Colombia.
Bueno, no tantos muertos. Quizás algunos muertos por abandono, por descuido, por la “farra y por el cuete”, como dice la ranchera, etc. En lo que sí son a veces estos neomarxistas de la primera colonia europea en América novedosos inventores, es en los trucos para un enriquecimento veloz y audaz. Y, hasta hoy, en la mayoría de los casos, sin consecuencias desagradables para ellos.
Sí, y esto en la patria de Jorge Martínez Lavandier (aquí en Miami los cubanos del viejo exilio mencionan todavía a Miguel Coyula). Permítame usted mencionar a Jorge Martínez Lavandier, con quien tuve trato personal.
Pero, el título de esta descarga no lo inspira tanto la carnicería y los robos que el marxismo ha producido en nuestros países.´Estoy pensando en la buena gente instruida que en los mencionados países ha dejado pasar al lobo disfrazado de oveja, para no ser acusados de partidarios del “Imperialismo Yanqui”.( Porque,debe usted saber, que hace ya algún tiempo, también hubo un Imperialismo Yanqui).
Me surge un nombre entre tantos que podrían ser Ernesto Cardenal, poeta de quien soy un fan desde los días de su poema oración, Por Marilyn Monroe. (Se dice que la estrella murió intentando una llamada teléfónica. Aquí el final del poema).
…”Señor quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar y no llamó (y tal vez no era nadie o era alguien cuyo nombre no está en el Directorio de Los Ángeles).
“Contesta tú el teléfono!”.

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