Con el miedo no se gobierna

Con el miedo no se gobierna

AMPARO CHANTADA
Todos los sindicatos de Francia denuncian desde años y años, las consecuencias previsibles de la política seguida por el Gobierno francés, de privatización con los esquemas de la mundialización. El sistema productivo francés pasó de las grandes industrias proveedoras de obreros conscientes y organizados a ser mayoritariamente de servicios, necesitados de empleados y empleadas, sin gran formación y con una nueva modalidad, de contrato de trabajo de corta duración.

Esa inseguridad, esa precariedad del empleo es el mayor cambio que ha conocido la sociedad francesa. Ya no se ven esos obreros, orgullosos de su clase social, reivindicando su estatus cantando la “Internacional”, no, la categoría de empleados no da identidad, ni da estatus social. Pero lo que ha sucedido con la juventud es peor todavía. Ya no es suficiente tener un diploma, tener un apellido, un domicilio, una cédula, para encontrar trabajo. Hay que tener mucha suerte, pasillar y aceptar al final uno de esos contratos de corta duración, que no da un trabajo definitivo y que frustra.

Las ex municipales comunistas del Norte de París ya no son tales. Los obreros ya no votan comunistas, los empleados tampoco y menos los cuadros. Los obreros por ejemplo, representaban en 1981 un 75% del voto socialista, en abril del 2002, solo representaron un 13%, hoy prefieren abstenerse, por eso, se dice que los partidos políticos conocen una crisis de representación política. Por eso, también las municipalidades comunistas están en regresión. Las otras no aceptan aplicar la Ley de Solidaridad y Renovación Urbana (R.S.U.) que obliga a la cuota de un 20% de construcción de viviendas sociales, en su territorio. Conclusión clara, las poblaciones pobres se agrupan por lo tanto en ayuntamientos comunistas o gobernados por una coalición PC-PS que amontonan en edificios, esas poblaciones pobres y con gran desempleo y a la juventud que nada tiene que hacer, solo vaguear. Algunos con títulos universitarios.

Como si ser pobre no era suficiente, sufren una represión silenciosa y permanente de los servicios de seguridad, de la policía y de sus perros que los hastían, hostigan, maltratan porque son jóvenes, oscuros o negros, árabes y desempleados: los persiguen, les piden papeles por nada, los paran en el metro, los provocan, los arrestan, los amonestan, los humillan.

Lo peor, los asustan, viven en constante tensión, con un sentimiento de persecución permanente, como en Clichy sur Seine. Así se vive en un barrio en los alrededores de París. Volví en Agosto, a La Courneuve y mirando desde afuera, ese conjunto de los 4,000 apartamentos para pobres (así se llama), en verdad, la pobreza no se ve, no se siente penurias, todos visten bien, todos parecen saludables, las ciudades son limpias y florecidas. Es solamente, compartiendo la vida cotidiana, el aburrimiento de días sin fin, de semanas iguales, de meses y meses sin novedades, de tristes esquinas de edificios, de sótanos y pasillos sin luces, que uno se percata de la desesperanza, de la amargura y de la profunda decepción de una juventud que ve sus días pasar, entre desempleo, represión y penurias. Solamente, entrando en el corazón de esa juventud despolitizada por completo, se siente esas laceraciones que cada vez más la distancian del mundo del consumo, del reconocimiento. Laceraciones que pueden ser definitivas, porque esa juventud no tiene familia ni hogar, los padres han desistido, por no hablar bien el francés, por no insertarse, por no comprender la lógica societal, han abandonado sus hijos a la calle. Ellos, abandonan la escuela, andan en las calles sin destino ni meta. Esa realidad, esas vidas harán del cargo de Azouz Begag, ministro delegado a la promoción de la igualdad de oportunidades, una verdadera epoya porque en estos momentos, se profundizan cada día más las frustraciones entre esas dos Francias.

Mirando desde lejos los acontecimientos franceses, uno no puede dejar de pensar en la violencia extrema de esa juventud en rebelión y las respuestas de la Sociedad en general. 9.000 vehículos quemados, 2.888 personas arrestadas, 130 heridos, frente a una población anonada, sin reacción, como si lo estaba esperando. La policía francesa sí sabía que la situación era explosiva. Lo peor de todo, es que el Gobierno francés, sabe desde años, que duerme sobre un volcán. El discurso de agradecimiento de Jacques Chirac cuando resultó ganador de los comicios, descansaba exclusivamente sobre la situación interna de la juventud, del desempleo, de la desigualdad inserción, de la exclusión, discurso absolutamente opuesto al del candidato del Frente Nacional, un Jean Marie Le Pen, hijo del fascismo francés.

Algún sector social piensa sacar provecho del compás de espera que se observa en la toma de decisiones antes la profundización de ese conflicto latente. Algún partido o sector de un partido está jugando con el fuego en Francia, sin juego de palabras.

Las elecciones presidenciales son para el 2007 y la derecha francesa, que va desde el partido de Jacques Chirac (UMP) hasta el de Jean Marie Le Pen (Frente Nacional), juega una peligrosa carta, dejando envenenarse una situación que amplia las posibilidades de manipulación y de provocación, distorsiona el debate electoral hacia discursos sobre raza, religión, nacionalismo para evitar de hablar de modelo económico, de medidas económicas a tomar. Algunos apuestan al miedo para influenciar el voto del electorado, que en las últimas consultas se agrupó en un 55% contra el No a la Europa. Ese 55% es lo que quiera desbaratar la derecha francesa, obstinada en fragmentar ese electorado para mantenerse en el poder. Allá como en R.D. se quiere exacerbar el sentimiento nacionalista, mezclando todo tipo de situaciones de inseguridad, de miedo, de frustración, de impotencia para evitar plantear las verdaderas causas de esos males sociales y sus efectivas propuestas de solución. Los sindicatos de la Educación Media y Superior de Francia, llaman desde años y años a la no reducción de los puestos de profesores, a la integración de jóvenes diplomados, a la ampliación de los presupuestos anexos, a la integración de jóvenes diplomados, a la ampliación de los presupuestos anexos a la educación, a la mejoría de las condiciones de inserción en el mercado laboral de una población compuesta por jóvenes, árabes, negros y mulatos, todos franceses con derechos civiles y ciudadanos, para evitar su exclusión del sistema educativo, para favorecer su inserción en la sociedad, en el mercado laboral exigiendo cuotas a los patronos para poblaciones sensibles, en vano. Por eso, no debe extrañar el rechazo a la constitución europea, Francia negoció mal su reconversión de potencia industrial a potencia de servicios y su población existe otra europa, más social y más humana.

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