República Dominicana debe encaminarse con vertical claridad hacia el establecimiento de unas relaciones comerciales y migratorias con Haití adecuadas al interés nacional, pero poniendo empeño en no empeorar el conflicto causado por las vedas a varios productos nacionales. El tiempo y los hechos van a darle la razón al país. El Gobierno haitiano dice y se desdice con sus actitudes pero no ha dejado de reconocer que de esta lado de la frontera está el proveedor que más conviene por costos y distancia a esa colectividad. De insistir en el camino equivocado de entorpecer las exportaciones que cubren sus consumos, se expondría a la rebeldía de su masa pobre que sería forzada a comprar más caros y más lejos sus alimentos.
El Gobierno dominicano debe seguir manejándose con prudencia ante el segundo socio comercial del país, sin que lo cortés quite lo valiente. Que se muestre interés en concertar nuevas reglas para el intercambio pero aprovechando la coyuntura para reclamar a esas autoridades que ya deben impedir que sus ciudadanos crucen la frontera sin documentos. De su lado, el Estado dominicano debe intensificar la exigencia de visas para la permanencia en el territorio nacional de los inmigrantes ya asentados irregularmente en el territorio nacional, que son muchos. Sin violarles sus derechos a ganarse el país aquí siempre que su presencia sea para llenar plazas laborales no pretendidas por dominicanos.
RESPETO TOTAL A LOS AUTORES
En este país la habilidad de lucrarse del trabajo ajeno que es descrita como piratería, ha sido muy tolerada y hasta defendida bajo el predicamento de suponer a la humanidad como única dueña de los ingenios del hombre. Falso de toda falsedad. La ley tiene que proteger a los creadores del arte y la ciencia, muchos de ellos modestos pero talentosos. Invierten tiempo y sus ahorros en diversos proyectos y los frutos materiales inmediatos deben ser para ellos.
Por desgracia la piratería atrae a compradores alegres que se plegan a la falsificación en desprecio a lo legítimo. El ciudadano debe repudiar ese tráfico. Abstenerse de comprar vídeos y sonidos usurpados parasitariamente. Se trata de una riesgosa inversión en artículos generalmente defectuosos. La Policía se ha comprometido a perseguir la falsificación de la película El Teniente Amado. Si el público da la espalda a los traficantes, será más fácil sacarlos de plaza.