Con flores a la reina

<p>Con flores a la reina</p>

La novela sobre el exterminio indígena que ha resultado un éxito de librería en el exterior pero que apenas se conoce en República Dominicana
POR ÁNGELA PEÑA
La crítica  histórica  novelada del autor Francisco Rodríguez de León a las conmemoraciones del Quinto Centenario

“La vez que hizo su última caminata por el Mirador que ofrece una panorámica de la zona de la ciudad frente al litoral Caribe, en el parque que él mismo había mandado construir, le explicaron la frustración que sentía el pueblo por la ausencia de energía eléctrica y lo tenebrosas que lucían las ciudades a oscuras. Escuchó pacientemente mientras hacia el laborioso recorrido de apenas cuatro metros, literalmente cargado de ambos brazos por sus ayudantes y seguido de una comitiva obsequiosa que debía moverse al ritmo infinitesimal de su líder”.

“Al cabo de un largo silencio calculado, el estoico mandatario ciego replicó sin la menor hebra de emoción visible: -Yo siempre vivo en tinieblas y nunca me quejo-. En lo adelante, la cruz lumínica presidiría desde el firmamento las noches a oscuras de los capitaleños”.

Son fragmentos de “Con flores a la reina”, un éxito de librería arrasado por puertorriqueños y que en Estados Unidos casi lo agotaron bibliotecas, librerías, escuelas, distribuidoras de libros en español y profesores universitarios. Sin embargo, en la República Dominicana apenas se conoce. Es una novela basada en el exterminio de la raza indígena, crítica de las conmemoraciones del Descubrimiento, o del Quinto Centenario, del “Encuentro de dos mundos” o “Encuentro de dos culturas” que muchos, según el autor, “preferían llamar “El Encontronazo”.

Francisco Rodríguez de León, profesor de estudios latinoamericanos y del Caribe en la Universidad Municipal de Nueva York (CUNY), que tanta fama alcanzó hace unos años con su obra “Trujillo y Balaguer: Entre la espada y la palabra”, denuncia “el genocidio y otros crímenes de lesa humanidad (pasados y presentes) y el poder planetario machista” del cual la cacica Anacaona “fue la víctima femenina más conocida en la Conquista. Pero igual podrían ser Eva, las mujeres bíblicas y actuales lapidadas o sexualmente mutiladas, las Juana de Arco y las brujas europeas quemadas, las mujeres excluidas de los derechos políticos y sociales, María Trinidad, las Mirabal, las asesinadas y maltratadas por misóginos o posesivos, las obreras de las zonas francas o las sexuales por necesidad económica”.

Se le pregunta el género del demandado libro que parece historia documental, identifica a  personajes de la sociedad indígena, a colonizadores y cronistas, pero hay nombres que no se conocieron en la época, como Maritza Vélez, Raquel Amparo, Javier Manzur. Estos tres, explica, “son los personajes ficticios principales como integrantes de la comisión de Operación Taína que lleva la querella del genocidio a Europa”.

En cuanto a si su trabajo pudiese calificarse de novela, comenta: “Hoy ya no me atrevo a llamarla novela histórica como creí que era, pues más de un literato y/o crítico ha sostenido que no logra ser tal, sino que más bien es una historia novelada. Algo así como docuficción porque, en verdad, aunque contiene una trama con personajes y situaciones ficticias, está basada en una investigación de varios años sobre las primeras décadas de la conquista, incluyendo la matanza de Jaragua y las sucesivas conquistas de Cuba y México, sobre todo. Pero además, según dichos opinantes, porque el texto no llena los requisitos técnicos del género novelístico”.

Personajes de estos días

Pese a ser tan remotos los protagonistas de “Con flores a la reina”, se adivinan figuras de actuaciones muy recientes que al lector se le antojan que podrían ser Joaquín Balaguer, Juan Bosch o algunos altos purpurados de la Santa Madre Iglesia de estos días.

Por ejemplo, Rodríguez de León narra: “En la parte dominicana de la Isla, primera víctima sistemática y a gran escala del acontecimiento repudiado (el crimen descomunal contra la población indígena), el gobernante de turno, consumado intelectual, antiguo diplomático y doctor en leyes por una universidad de París; defensor y admirador ferviente de la conquista y crítico vehemente de Las Casas, se dispuso a conmemorar, de la única manera que consideraba apropiada, lo que percibía como acontecimiento de sin par grandeza”.

En estos juicios, contenidos en el capítulo titulado: “El Quinto Centenario y otros infortunios”, Rodríguez de León escribe que ese mandatario, “emulador de las energías constructoras del gobernador Nicolás de Ovando y, como éste, soltero a carta cabal –aunque no necesariamente célibe- tanta era la admiración que profesaba al Comendador de Lares, que varias décadas antes había publicado un libro ilustrado a todo color sobre la ciudad colonial de Santo Domingo, de la cual el sanguinario gobernador fuera su principal artífice. Pese a contener un texto recargadamente romántico, la obra estaba considerada entre las mejores que sobre el tema se publicaron para la época”. ¿Se referirá a Balaguer y su “Guía emocional de la ciudad romántica?”

También es posible que aluda al ex Presidente cuando declara: “Tan obsesivo resultaba el afán del gobernante por presidir  la conmemoración del Quinto Centenario que, como dijera de él en otra época un ex funcionario, se aferraba al poder “como un niño a su trencito de juguete”. Ya antes, en ocasión de haber perdido otras presidenciales, se había negado en principio a acatar los resultados. Y hasta se habría quedado en la silla que tanto le gustaba, de no haber sido por el presidente del país hegemónico en el área, que ponderando la conveniencia de la alternabilidad había enviado a un general de tres estrellas, con la orden de hacerle saber a él y a todos los demás interesados, de la forma más amable al alcance de un general de esa condición, que debían desalojar la casa de gobierno y entregar las llaves al nuevo residente”.

Puede que aluda al profesor Juan Bosch al señalar a “su viejo amigo y engañado contrincante político –un ex presidente derrocado e impedido de volver al poder, por una intervención militar foránea que había favorecido, en cambio, al gobernante- protestó por lo que llamaba “un fraude colosal” cometido en su contra, y en un arrebato de ira comprensible hasta le había enviado a palacio la condecoración con la que un tiempo atrás le distinguiera”.

Se habla del mandatario invidente que debía contentarse con palpar las cubiertas y los lomos o con pasar sus manos suavemente por las páginas de sus amados libros y de su programa de construcciones en una ciudad a la que decía: “No puedo hacerte rica pero te haré bella”. También se relata la historia del imponente Faro a Colón, afirmándose que el gobernante era “la reencarnación de Ovando”, personaje que no es tratado tan elogiosamente como Fray Bartolomé de Las Casas, en “Con flores a la reina”.

Francisco Rodríguez de León (Paco) explica la relación de estos hechos presentes con los acontecimientos del pasado al hablar de los orígenes de su novela, que sitúa en los preparativos que tuvieron lugar a finales de los ochentas y principios de los noventas del siglo recién pasado. Tony de Moya, Fradique Lizardo, Amable López, Marcial Lugo, Irma Nicasio, Mu Kien Sang, Luis Vargas, Grace de los Santos, Marcial Soto, Fabio Victoria, Luis Días, José Duluc y Manuela, Miguel Fenton, Paíto Lugo y él, entre otros, habían formado un Club de Etnología que se llamó Isla de Tránsito, usando un concepto del antropólogo José Guerrero. Sesionaban en la Casa de Francia, que les canceló el permiso para las reuniones alegando que desde el Club se comparaban los desalojos de las comunidades aledañas al Faro con el apartheid sudafricano (todavía existía y Mandela estaba prisionero).

En 1992 cuando diferentes organizaciones llamaron a una manifestación de repudio en el Puerto de Santo Domingo, donde estaban ancladas tres réplicas de las naves del Almirante, muchos de ellos (incluido Rodríguez de León) fueron arrestados, detenidos, golpeados. Después, Rodríguez de León comenzó a investigar la historia social de las mujeres, desde los llamados tiempos bíblicos hasta el presente. Escribió un primer ensayo sobre Anacaona, “que fue progresando hasta lo que se transforma en la obra “Con flores a la reina”. Anacaona con su vida, su trágico final, es el personaje histórico central.

De manera que la trama “gira alrededor de la formación de un grupo de denuncia del genocidio continental (Operación Taína), tomando como caso paradigmático el genocidio de Jaragua y el ahorcamiento de Anacaona”.

“A modo de modesta reflexión, entiendo que la narrativa dominicana ha sido bastante rígida y poco experimental, algo que se puede apreciar en otras facetas (arquitectura, música, dieta, vestimenta, comportamiento social) pero que está cambiando. Muchos de nuestros autores establecidos todavía quieren escribir a lo García Márquez”.

Francisco Rodríguez de León ha publicado, también, “Ayer menos cuarto y otras crónicas de Pedro Mir”, “El furioso merengue del Norte: una historia de la comunidad dominicana en los Estados Unidos”, “Los exiliados del sueño” y “Territorios”. Reside en Nueva York.

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