Con gobierno paralizado, inseguridad atemoriza a haitianos

Con gobierno paralizado, inseguridad atemoriza a haitianos

El presidente de Haití, Jovenel Moise, durante una entevista en su oficia en Puerto Príncipe, Haití, el 28 de agosto de 2019. (AP Foto/Dieu Nalio Chery)

Puerto Príncipe, Haití — Miles de jóvenes haitianos pasaron el 2019 en las calles para exigir la renuncia del presidente Jovenel Moïse porque su gobierno no fue capaz de enfrentar años de corrupción desenfrenada que desvió miles de millones de dólares de apoyo internacional a cuentas bancarias en el extranjero.

Hasta ahora, los opositores de Moïse han fracasado. El Parlamento de Haití cerró indefinidamente en enero a causa del caos, lo que eliminó el control del poder presidencial que paralizó a Moïse durante años. El jueves se cumplió el primer mes en que el presidente gobierna por decreto.

Sin embargo, el delgado exagricultor de plátanos no se ve como los hombres fuertes del pasado de Haití. Con un débil apoyo político en casa y una comunidad internacional temerosa de un retroceso democrático, Moïse no ha emitido decretos significativos y miles de millones de dólares en apoyo para desarrollo están bloqueados.

A tres años de su periodo de cinco, el presidente parece que a duras penas puede imponer su voluntad más allá de las puertas del Palacio Nacional en el centro y su relativamente modesta casa alquilada en las colinas sobre Puerto Príncipe. En la ciudad debajo, pandillas gobiernan barrios enteros y una oleada de secuestros atemoriza a los ciudadanos comunes.

“A unos cuantos pies del Palacio Nacional, pandillas armadas controlan las calles”, dijo Paul Denis, quien fungió como ministro de justicia durante el gobierno del presidente René Preval. “Pero el presidente que nos dirige, ¿qué hace? ¿Qué hace para imponer el orden, para volver a estos bandidos inofensivos? Absolutamente nada”.

Estados Unidos, Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos intentan lograr un pacto entre Moïse y su oposición que resulte en la declaración de una unidad gubernamental y evite un regreso al caos en una isla que ha pasado por dos golpes de Estado, la intervención de Estados Unidos, una misión de paz de la ONU y un devastador terremoto en los 34 años desde acabó una dictadura que duró décadas.

“El presidente de la república no tiene poder y el pueblo exige todo al presidente de la república”, se lamentó Moïse, de 51 años, el año pasado durante una entrevista con The Associated Press. “El presidente es responsable de todo”. En el vacío, aumenta la inseguridad.

Dos años después de la salida de las fuerzas de paz de la ONU, jóvenes bandidos con armas automáticas detienen autos aleatoriamente en las principales vías que entran y salen de la capital Puerto Príncipe. La economía parece contraerse. Sólo hay electricidad unas horas al día en gran parte de la capital.

Algunos policías protestan las condiciones laborales y exigen un sindicato, que el gobierno dice que sería ilegal. “La gente ha sido dejada a su suerte”, dijo Edel Berger, un delgado aprendiz de abogado de 29 años que caminaba vestido de traje al trabajo la mañana del martes a pesar del clima de 32 grados centígrados (90 Fahrenheit). “Todos estamos en peligro. Cada haitiano necesita comprar un arma para protegerse.

Es la ley de la selva”. Junto con los embajadores de Canadá y Francia, diplomáticos de Estados Unidos, la ONU y la OEA intentan persuadir a tanto actor político como sea posible para acordar una agenda para conversaciones y sentarse a negociar.

“Estados Unidos realmente querrá ver un movimiento hacia adelante aquí”, dijo la embajadora Michele Sison a The Associated Press. “Establecer un acuerdo político que resulte en un gobierno que funcione, poder mover este país hacia adelante y recomenzar, esperaríamos, el crecimiento económico, traer a un gobierno que funcione que pueda servir al pueblo”.

Con apoyo de la comunidad internacional, Moïse exige mantenerse en el puesto hasta que pueda supervisar la aprobación de una nueva constitución que fortalezca la presidencia y elimine la capacidad de unos cuantos legisladores de la oposición de bloquear prácticamente todas las leyes y nombramientos.

Los miembros de la oposición moderada dicen que están abiertos a dicho acuerdo. Los políticos intransigentes, que provocaron que el país se paralizara a finales del año pasado al exigir la renuncia inmediata de Moïse, también hablan de unirse a las negociaciones.