Con la mesa al caco

Con la mesa al caco

Diantre Píndaro… ¿y qué fuñenda es esa que llevas en el caco? ¡Hey, Herminio! …Decidí enfrentar la verdad, luego de una sudadera cívica a la que llaman “jornada” y, me estoy haciendo pasar por mi pueblo… ¡el pueblo dominicano!

¿Cómo así, Píndaro?

Jajajajajajajaja, mira… Y esto va para la generación que en el año 1962 no estaba nacida y que hoy, muchos de ellos se hacen los indiferentes y no les da la gana de votar. Mientras estaba presenciando la obra de teatro a la que asistimos el pasado fin de semana y en la que todos, por deber y derecho tenemos algo que ver, pensé muchísimo en lo que ha implicado cualquiera de los resultados que decidiéramos en las llamadas urnas. Y, al pensar en eso, me vino a la mente uno de los merengues más chulos de bailar de los años en que nuestro país todavía hacía pininos y entraba en la democracia: Con la mesa al caco.

¡¡¡¡Diantre, Píndaro!!!! Yo tenía como 14 años y ya lo bailaba en el Centro de Recreo y en el Tenis Club de Santiago. La orquesta de Rafaelito Martínez me ponía a mover las piernas y a sudar como un desesperado… ¡¡¡hasta las 2 de la mañana!!!!!

Ahhh, ¿Tú también estabas ahí? pregunta Píndaro.

Síiiiiiiii… Siempre me pareció que la letra de ese merengue era como una sentencia histórica para mi pueblo, que desde chiquito yo lo veía crecer conmigo, pero con el cual no quería mezclarme en política.

Anjá, Herminio, por lo menos ahora envías conmigo estos mensajes a las generaciones que comparten nuestro universo dominicano. ¿Y, por qué dices que recordaste ese merengue luego de las elecciones?

Bueno, Píndaro, Un par de los mensajes en él te lo van a decir:

“A los jugadores, por estar de guapos, los van a llevar con la mesa al caco… A los bochincheros, por andar de locos… ¡les van a sonar, un palo en el coco!” Y, al final, terminaba el merengue, con la frase: “Les van a llevar… ¡Con la mesa al caco!”

Anjá, ven acá Herminio… ¿Y qué tiene eso que ver con la tensión, los desórdenes, francachelas, botaderas de cuartos, abuso de todo, que pasamos en las últimas semanas? me dice Píndaro.

Ah, que si por el hecho de ir a una urna a votar o, lo que es peor irnos a una playa o a un río para no votar, nos creemos que la obra termina ahí… ¡estamos hablando pendejadas!

Ahhh, ya veo, me riposta Píndaro. Entonces tú estás de acuerdo conmigo en que la mesa en que descansa nuestra media isla, con un candidato ganador sentado encima por obra y gracia de la magia de un conteo que ninguno vimos… ¡la tenemos que cargar todos!

¡Así mismo es la cosa! Y déjate de vagabunderías Píndaro, que tú bien que lo sabes!

Jajajajajajaa… ¡me tengo que reir! Tanto bombín que nos damos mirando la televisión por cable cuando pasa alguna de esas jeringas electorales en Europa y nos muestran resultados al minuto… ¡sin excusas! Y, aquí… ¡tan lejos que estamos de esoooooooo! Grita Píndaro.

Bueno, como esto es un hecho –agrega- en esa mesa de muchísimas patas y no en una silla de alfileres, ya hemos sentado a un ganador y nos lo tenemos que fumar hasta dentro de  cuatro años… ¡aunque a muchos de nosotros no nos guste! Todos tenemos que coger una pata –no una patada- y cargar pesao, porque este es un compromiso que todos asumimos al votar, o que negamos al hacernos los pendejos y no votar, creyéndonos que salvaríamos el alma.

¡Esto es, en las buenas y en las malas!

Del 16 de agosto en adelante todos juntos… ¡Con la mesa al caco!

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