Con las armas equivocadas

Con las armas equivocadas

WENDY CAPELLÁN
Mientras en América Latina emergen gobiernos de izquierda en reacción al creciente deterioro de la calidad de vida de la población, mayor nivel de pobreza, peor dotación de servicios públicos, desempleo, discriminación y falta de oportunidades;  ante la decadente credibilidad en el sistema de partidos, las principales potencias mundiales y en especial Estados Unidos continúan aumentando sus respectivos gastos en defensa, creando una enorme brecha entre los recursos que destinan a la ayuda oficial para el desarrollo US$79,000 millones, y su gasto en armamentos US$1,000,000 millones.

Evidenciando que por cada US$100 que absorbe la doctrina de la seguridad  (fortalecida por la lucha antiterrorista de la Casa Blanca), a la lucha contra la pobreza sólo le dedican US$7.90 según cifras publicadas por el Instituto Internacional de Investigaciones por la Paz de Estocolmo (SIPRI). Este gasto viene alcanzando los niveles máximos registrados durante la Guerra Fría. En el año 2004 EEUU gastó US$455,000 millones en armas y 19,000 millones en ayuda; El Reino Unido gastó US$47,400 en armas y US$7,800 en ayuda; mientras que Francia US$46,200 en armas y US$8,500 en ayuda, y Japón gastó US$42,400 en armas y 8,900 en ayuda.

Por su parte otro estudio de la corporación norteamericana Homeland Security Research con sede en Washington, y cuyo objetivo es realizar investigaciones sobre el mercado de la seguridad para asesorar inversionistas, saca relucir que la poderosa industria militar mundial se encuentra en una etapa de resurgimiento y apogeo, pues los Estados Unidos duplicará entre el año 2006 y 2015 su gasto militar, en contradicción con el anuncio realizado el año pasado por el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, en relación a que el gobierno norteamericano cerraría unas 150 bases militares en todo el mundo para generar un ahorro sustancial en el 2006. Vale señalar que Estados Unidos tiene el mayor gasto militar del planeta, ya que supera la sumatoria de los 32 países más ricos del mundo. Los recursos destinados a la industria de las armas son una muestra de que los países desarrollados sí tienen fondos para gastar, la falta de voluntad política es lo que no permite que los mismos puedan ser cambiados de una partida hacia otra, mientras el mundo demanda una verdadera guerra contra la pobreza. Lo que sí observamos es países desarrollados derrochadores, y a un gobierno norteamericano sumido en el egoísmo y desprovisto de sincera solidaridad con los pobres del planeta y el continente. Al gobierno de Bush sólo le preocupa reestructurar el gasto en defensa a raíz de la lucha contra el terrorismo, bajo el entendido de que hay nuevas amenazas que no existían en la guerra convencional. El informe de Homeland Security Research, revela que entre el período 2006-2010 Estados Unidos desarrollará 62 programas de bio defensa: 35 para responder ante ataques químicos; 32 para responder ante la amenaza del “agroterrorismo”; y 24 para la defensa ante ataques nucleares o radiológicos. Existen pruebas de que la tendencia también será seguida por el resto de los países desarrollados, y por actores como China que cada día ejercen mayor influencia sobre los asuntos mundiales. Para muchos, el riesgo  mayor proviene de no tener una respuesta certera a quién ejercerá control sobre las armas y tecnologías que estas potencias están lanzando al mercado, en un mundo cada vez más abierto donde todavía ronda el temor del paradero que tomó el arsenal nuclear de la extinta Unión Soviética. Algunos creen que esos inventarios de la muerte son la viva semilla de los riesgos de mañana.

Mientras esto ocurre alrededor de 210 millones de personas en América Latina viven en la pobreza, y 97 millones tienen dificultades para conseguir alimento, al margen del crecimiento económico experimentado por la región luego de las reformas económicas implementadas en las dos últimas décadas. Esto explica que partidos de izquierda resultaran vencedores en Argentina, Brasil, Chile, Venezuela, Uruguay y Bolivia; también se espera que lo haga en Perú, Ecuador, México, conforme lo pronostican las encuestas de opinión. No obstante algunos temores en relación a la creación de un frente de izquierda anti-capitalista no son más que una ilusión. Todo el mundo sabe que en la mayoría de los casos se trata de una izquierda moderada. De gobiernos comprometidos con la democracia, con la apertura comercial; con una economía de mercado que brinde al Estado un mayor papel y responsabilidad en la redistribución de las riquezas; son gobiernos conscientes de la necesidad de incrementar el gasto social y generar mayores fuentes de empleo. Estamos hablando de países que no escatimarán esfuerzos en competir por atraer el capital foráneo, y en ese contexto continuarán siendo fieles promotores de un clima estable para los negocios. Para confirmarlo sólo basta mirar la agenda comercial de Brasil, Chile, Argentina y Uruguay, sin dejar de lado a Bolivia que aunque reclama la activa participación estatal en la explotación de hidrocarburos, aseguró que no perjudicará la inversión extranjera. El mismo Chávez tiene sus capitalistas favoritos para telecomunicaciones, banca y petróleo. De esto tenemos que deducir que las estériles discusiones de Bush y los funcionarios de la Casa Blanca contra el presidente venezolano Hugo Chávez, y en ocasiones con Fidel Castro no necesariamente guardan relación con que el fantasma del comunismo ronde por Latinoamérica. Es evidente que la pérdida de protagonismo e influencia política de EEUU en la región, molestan al Departamento de Estado, de la misma forma en que le inquietan el acercamiento con Europa, el altruismo chino, y el sentimiento anti-americano que produjo la intervención prepotente e injustificada en Irak.

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