Luis comenzó bien, al difundir, como primer conjunto de acciones del gobierno de El Cambio, pasos que refuercen, que transformen la forma de administración de la Constitución y las Leyes, por parte del Poder Judicial.
Es el rescate del Poder Judicial la carta de presentación de lo que representará el nuevo gobierno que aplicará las normas y regulaciones imprescindibles para que haya convivencia pacífica en nuestro país.
Las gruesas sogas y las cadenas que mantienen los barcos surtos en los puertos en el lugar correspondiente, se luyen unas y se oxidan las otras. No hay forma, desde el gobierno, de atar más manos de los sucesores de modo tal que no quede un resquicio, una brechita por donde se pueda infiltrar la mano de la ley para hacer justicia. Eso es lo que está planteado por Luis Abinader, candidato del Partido Revolucionario Moderno.
Es inaceptable que los mecanismos de control del Estado dejen de funcionar de manera tan irresponsable que aún el 97 por ciento de los funcionarios obligados a formular y entregar a las autoridades debidas la declaración de sus bienes, antes de aceptar un puesto público, no lo haya hecho.
Uno se pregunta ¿y qué hace el Presidente de la República, acaso ignora esta situación o la consiente? ¿Cuál es el papel de las instancias de poder, tales como la Procuraduría General de la República, el departamento judicial de lucha contra la corrupción y el funcionario que debe velar por la transparencia en el uso debido de fondos públicos para combatir la corrupción?
¿Quién autoriza que se paguen los sueldos, los viáticos y toda la suerte de canonjías y privilegios que gozan?
Hay en el gobierno, aunque no le guste la comparación a cualquiera de sus funcionarios, quienes actúan como un grupo de hampones, como una asociación de malhechores.
Es duro hasta pensarlo y escribirlo, pero también hay la obligación ciudadana de denunciar situaciones tan graves como las que señalo.
El gobierno tendrá siempre mucha prensa y mucho dinero para demostrar lo contrario; le corresponde hacerlo, aunque también puede dar la callada por respuesta, lo que lo convierte en cómplice. La bola está en su cancha.
Dado que el Poder Judicial y el Ministerio Público son manejados por los que se van, el gobierno de El Cambio que viene iniciará sus labores con las manos atadas.
El gobierno de El Cambio tiene que hilar fino y actuar con firmeza, con la ley en las manos y sin abusos; sin prisas, pero sin pausas; con firmeza y buen tino.
El Cambio sólo será posible con una profunda y definitiva reforma que fortifique e independice el Poder Judicial.
Sólo así, será posible que el país crea en el gobierno que viene, si actúa contra los delincuentes. El pueblo sabe quiénes son.