Justo hace un siglo que un movimiento de mujeres, dentro de las corrientes feministas, coloca en el centro de todas las reformas políticas y sociales a una nueva mujer, diferente a la aspirada por las doctrinas vigentes, que en la actualidad -como los facismos- tienen un inquietante revival escudados en la post-verdad.
Amelia Valcárcel y Amparo Moreno Sardá, dos de las intelectuales que han abordado medularmente a las sufragistas, sus hitos trasatlánticos, ideas y acciones, precisan que es en esta subversión al orden doctrinario establecido en la pasada centuria donde surge un programa aun inconcluso y que da vida a esa nueva mujer, a la ciudadana, y sobre todo, la que lidiaría en los terrenos políticos.
Los amplios debates de la condición femenina provocaron que la causa sufragista lanzara lirios por el voto universal de las mujeres y el derecho de la educación y la profesionalización, enfrentando los pensamientos socioliberalistas, se lee en las obras de Valcárcel, que propugnaba el “sufragio universal solo para las mujeres que cumplieran con requisitos marcados”, como su clase social o linaje.
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Muy cercana a esta doctrina, la societarista, entendía que dotar de derechos políticos a las mujeres provocaría una distorsión de roles, ya que su destino era lo doméstico… Pero, a través de intensas tertulias y sus periódicos, las sufragistas precisaban sobre las capacidades para integrarse a los espacios públicos, y la urgente necesidad de igualar los salarios.
Las ideas fascistas y totalitarias de aquel tiempo de entreguerras llegaron a establecer como verdad hasta que la educación “enfermaba” a las mujeres, entonces, en todos los confines donde se establecieron las sufragistas, incluyendo una República Dominicana que se liberaba de fuerzas interventoras, abrieron escuelas y educaron a niñas y mujeres.
Incluso, ante la naciente democracia que tecnifica el espacio privado (un fuerte auge de la industria de electrodomésticos, narra Moreno Sardá), la sublime subversión sufragista potencializa la presencia y actuación de la nueva mujer en la agenda pública, alcanzado representatividad mediante su participación y postulación política.
En definitiva, las recopilaciones de Valcárcel y Moreno Sardá evidencian la vigencia de la causa sufragista, que es la de toda mujer política.