Con los barrios en el corazón

Con los barrios en el corazón

Primero se hablaba  con alarma de Gascue y ahora de Ciudad Nueva, zonas emblemáticas de la ciudad que han perdido su ordenamiento, su seguridad y su ornato originales que resultaron  de  la  expansión de los espacios de   Santo Domingo o fueron escenarios claves de acontecimientos históricos. Ciudad Nueva fue  en 1965 foco y eje de una guerra patriótica  junto con la Zona Colonial bajo cerco de tropas invasoras. Pero al decir de un morador, en estos tiempos los vecinos sienten más miedo (a los delincuentes) que cuando los afectaba un conflicto bélico. Tienen sus calles llenas de horrorosos  tendidos de cables eléctricos y telefónicos, reciben el asedio de  forasteros que orinan y defecan en los contornos caracterizados por  calles congestionadas de vehículos a falta de estacionamientos, y bajo el ataque de ruidos innecesarios por el uso y abuso de suelos. Es lógico que los capitaleños de allí se sientan abandonados a su suerte por autoridades, centrales  y municipales de mucho bla bla y escasas realizaciones.

Muchos políticos dominicanos defraudan a su pueblo continuamente (salvo excepciones) y ese pueblo, ilusionable y entregado a periodicidades del olvido, no suele pedirles cuentas… hasta un día. Se les elige por votos para que respondan con  la debida atención a prioridades  de la sociedad, pero en  la forma en que la decadencia  arropa barrios que se tornan inhabitables, el Estado muestra perfiles de  fallido.

Mal cobrador, mal pagador

En un país de irritantes ostentaciones de riqueza, con índices de adquisición de autos de lujo  propios  de opulentos  Estados petroleros o de avanzado desarrollo; de posesión de villas paradisíacas  y torres de apartamentos al estilo de  mecas capitalistas, la presión tributaria solo sería insuficiente (entre otras causas) si  los mecanismos de recaudación no cumplen bien su papel cuando  se trata de gravar ingresos personales de desbordantes pero  protegidas dimensiones. De gente audaz para la acumulación y también para la evasión. Mucho se dice  que el robo de luz que más perjudica  al sistema es el de los poderosos. La inequidad tributaria ocurre porque solo es implacable el impuesto al consumo de bienes e ingresos  menores. Se trafica más  con influencias para la impunidad que  con drogas, las que manifiestan notable vocación  de ave de paso. El tráfico de privilegios se queda como incentivo al mal enriquecimiento.  

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