Con madera de casas desplomadas cuecen alimentos en fogón al suelo

Con madera de casas desplomadas cuecen alimentos en fogón al suelo

POR FERNANDO QUIROZ
A orillas del río Isabela, en Capotillo, a casi un mes de la tormenta Noel, sólo quedan las casuchas desplomadas por  las crecidas. Rostros tristes de su gente, desesperanza en sus expresiones.

 Las maderas de sus ranchos son usadas como leña para cocer alimentos en un fogón de tres piedras improvisado en el suelo.

Niños de uno y otro sexo caminando descalzos, sin camisa y con la cara sucia.

Mujeres jóvenes  embarazadas y con dos hijos pegados de sus faldas. Hombres que tienen cómo único sustento cargar víveres en el Mercado Nuevo y recibir como paga algunos productos, – plátanos-, que luego venden en el barrio.

Así conviven allí, en la calle Capotillo, en el callejón del mismo nombre,  rodeados del sucio, basura amontonda entre hileras de casas.

 “Parte de mi casita se fue”,  expresó la señora María de los Santos en alusión a las inundaciones provocadas por la tormenta Noel, a partir del 28 de octubre pasado.

La mayoría de los damnificados de este sector estuvieron refugiados en el liceo de Capotillo, sobre todo los residentes en el área de La Aurora. Muchos han retornado a sus casas luego de limpiarlas.

Luis Alberto Rondón, de 27 años, junto a su esposa embarazada Griselda de los Santos, con quien ya ha procreado dos hijos menores de cuatro años, retrata el cuadro de la desolación de  estas personas. Han quedado sin dónde vivir.

Junto a otra familia, que completan nueve personas, comparten un cuarto con paredes de zinc, hacinados.

A lo lejos  se observa remando en un bote a una niña de unos 10 diez años. Su abuela, María de los Santos, la señala con la mano derecha y la identifica como Gina de los Santos.

Gina cobra diez pesos por persona para cruzarlas del río Isabela desde y hacia las márgenes correspondientes a Capotillo y Sabana Perdida.

El callejón Capotillo parece un laberinto. Estrecho, escalonado. A su paso, sábado en la mañana, están los muchachos jugando dominó, mientras las mujeres se lavan el pelo.

Mujeres lavando a mano y tendiendo paquetes de ropa en alambre dulce, es otra de las estampas.

Aguas negras recorren un pequeño canal hasta desembocar en fondo colmado de basura pestilente: residuos  de naranjas, cartones de leche. En medio de todo esto, un grupo de doñas que querían que el fotoreportero de HOY tomara fotos de sus casas, con la esperanza de que sean reparadas por las autoridades.

RATAS VECINAS

La abundante basura en esta parte de Capotillo le convierte en una zona de ratas. “Aquí vino una comisión a traer veneno para los ratones”, recordó Antonio García Valdez, con pasos cansados, mientras subía el callejón. Dijo que llena sacos de productos en el mercado para comer.

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