Con Obama el mundo reestructurará su sistema de Prejuicios

Con Obama el mundo reestructurará su sistema de Prejuicios

Un colega observaba que la estrategia de Obama ha sido no responder ningún ataque  de McCain, porque así se muestra como un negro manso y bueno, que no le riposta al blanco ni siquiera cuando el blanco lo maltrata, desarticulando así el prejuicio de que los negros son  violentos y temibles.

Al hacer esto, Obama utilizó la primera ley de la robótica de Isaac Asimov, que “todo robot debe cuidar al humano, hasta de sí mismo, aún en perjuicio del robot”. Esto probablemente lo están pensando millones de blancos en los EUA  y el resto del mundo: El negro los protegerá.

Su sola elección como candidato ya marcó un hito gigantesco: Y fue un mulato, un híbrido, de esos que los blancos colonizadores utilizaron tantas veces para dominar a los aborígenes, pero que también algunas veces se rebelaron contra los conquistadores, o medio armonizaron con ellos.

Ahora el mundo reajustará sus estereotipos, nada será como antes, los prejuicios tendrán que suavizarse, aunque como bien sabemos los dominicanos, nunca desaparecerán: los blancos ricos seguirán discriminando a los pobres, sean blancos o de color. Como lo hacen los chinos y los árabes; y la discriminación étnica, religiosa y de otras índoles persistirá, puesto que el ser humano, cuantas veces  sienta, individual o colectivamente, que alguien amenaza quitarle o disminuirle sus privilegios, se armará de argumentos y otros mecanismos para defenderse.

Sólo los seres  más seguros de su poder y de su personalidad son tolerantes; los inseguros jamás.

Mientras tanto, muchos blancos y no blancos, en muchos lugares, tendrán que replantear sus prejuicios, pues no pueden seguir creyéndose superiores racialmente si un negro es presidente, con el voto de otros blancos, además. (No soportarían esas disonancias cognitivas). Fácil sería pensar que Obama es diferente, no tan negro, una rareza, un caso en billones, y otras racionalizaciones. Muchos tendrán la entereza de aceptar la verdad tantas veces denegada, de que todos hemos sido creados iguales.

Otros, con descaro, corruptamente, adulterando en su corazón, como hacen en la política, los negocios o el narco; servirán al negro presidente sin honor ni dignidad, como aquel padre cuya muchacha regresó con regalos que el no quiso rehusar, que cuando el le preguntó a qué se dedicaba, ella respondía acongojada: “A prostituta, papá”, y el, como recompuesto, dijo, “eso no es nada, hija, yo creí que me habían dicho que tu eras protestante.”

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