Con pausa y sin  marcha atrás

Con pausa y sin  marcha atrás

Después de haber constatado que un número considerable de envasadoras de gas engaña a los consumidores y de haber hecho sometimientos judiciales contra presuntos implicados en este delito, ProConsumidor ha decidido hacer una pausa en la inspección del expendio de este combustible. El instituto acoge así una objeción de la Asociación Nacional de Distribuidores de Gas (Asonadigas) a la confiabilidad de los equipos empleados en la inspección.

La tregua sería admisible solo si la misma tiene el propósito de dar tiempo a que sean corregidas las anomalías detectadas y que perjudican al consumidor y benefician a los detallistas de gas. De no ser este el propósito se estaría retrocediendo ante la influencia o poder de un sector comercial, con todas las implicaciones que esto tendría en la defensa de los derechos del consumidor.

Alentamos a ProConsumidor a mantener su ofensiva en la defensa del presupuesto y la salud de la familia. En este país hay que acabar con el engaño permanente a que están sometidos los consumidores por medio de prácticas comerciales desleales. Está bien una pausa hasta la adquisición de los mejores equipos de inspección de plantas de gas habidos y por haber, pero hasta ahí debe durar la tregua. La pausa solo es admisible si es para tomar impulso en la defensa del consumidor.

Íconos  trágicos de la inseguridad

La exposición al riesgo de ser víctima de la delincuencia no respeta edades, condiciones, lugar, circunstancias ni momento. Es la enseñanza que nos deja la lamentable muerte de la niña de seis años Génesis Francesca Fermín Suero, alcanzada en la cabeza por una bala durante un tiroteo entre delincuentes y policías, en momentos en que los primeros asaltaban un colmado en el populoso barrio de Cristo Rey.

La más promisoria estadística sobre alegada disminución de la delincuencia se estrella contra esta realidad que enluta a una familia y conturba a una sociedad indefensa, impotente. La mejora de la seguridad ciudadana tiene que venir, sin duda, de estándares de prevención que disminuyan la posibilidad de sucesos como este. En cada ciudadano que se aventura en nuestras calles anida el temor a la violencia delincuencial. No es efecto de  simple percepción. La inseguridad nos hace ver su vigencia con íconos muy dolorosos.

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